"Yo sólo he cogido el fusil dos veces en mi vida. Una, cuando los nazis invadieron mi patria. La otra, hoy". Esto fue lo que declaró Serguei Kostakovich, anciano del villorrio bielorruso de Zaslavl (en ningún caso pariente del conocido teólogo animal polaco Mariusz Kostakowicz), tras descalabrar a culatazos de su fusil de asalto al cantaor murciano Pepe El Fregona durante el recital que éste intentó dar en su localidad como parte de su gira bielorrusa. El octogenario Kostakovich confesó más tarde que habría disparado a quemarropa a Pepe El Fregona si no fuera porque lo exiguo de su pensión (3.000 pesetas mensuales al cambio) le impide comprar balas para cargar su arma. Las penurias económicas que desde hace años azotan a la Europa del Este han acabado salvando la vida del famoso autor e intérprete de las canciones de la serie "Funcionarios", pero las lesiones sufridas le han obligado a cancelar las veinte últimas actuaciones de su lucrativa gira por España y Latinoamérica. El compositor de "Oda a Murcia" se recupera hoy de sus heridas en una clínica privada marbellí mientras sus agentes negocian entre bastidores la venta de la exclusiva de su alta médica.

La acción del veterano de guerra bielorruso ha motivado una enérgica protesta formal de la diplomacia española ante el gobierno del país eslavo; Aznar ha amenazado incluso con cancelar el programa de exportación de residuos nucleares españoles a Bielorrusia, que cada año aporta sustanciosos ingresos a las exhaustas arcas públicas de la antigua república soviética. Sin embargo, los ciudadanos de Minsk no parecen sentir la más mínima compasión por Pepe el Fregona. "¿Es que en su país se creen que somos imbéciles?", es la seca pregunta con la que Mijaíl Gusenko, de 43 años, conductor de tranvía, casado, con tres hijas y residente en Komsomolets 42, Minsk (que, como todos los ciudadanos anónimos entrevistados en este reportaje, nos ha pedido encarecidamente que publiquemos sus datos personales), contesta al ser inquirido por su opinión acerca del asunto. "Pepe El Fregona es un sinvergüenza que ha pensado que puede venir aquí a Bielorrusia, tocar cualquier mierda, llamarla música étnica y cobrarnos la entrada a sus conciertos. Entre eso y robar un banco, prefiero al que roba el banco; es más honesto. Si le digo la verdad, me he quedado con las ganas de hundirle a ese canalla mi máquina de coser en la cabeza", comenta Svetlana Morozova, de 52 años, divorciada, doctora en Física de la Materia Condensada, que cobra 8.500 pesetas al mes por sus 64 horas semanales de clase en la universidad. "Prepotencia occidental", resume acremente Alexandr Vasilievski, de 19 años, soldado de reemplazo en la 8ª división del ejército bielorruso con base en Brest-Litovsk, que habitualmente reside en un apartamento de 23 metros cuadrados en las afueras de Minsk donde convive con sus padres, su novia Nadiezhda y sus perros Putin, Yeltsin y Gorbachov. "Pepe El Fregona es un fascista. Tiene el hedor de Franco", acusa Floreal González, que a sus 73 años debe saber de esas cosas, pues fue uno de los "niños de la guerra" que el gobierno republicano envió a la Unión Soviética en plena contienda civil. ¿Pero no fue quizás excesiva la reacción del provecto ex combatiente de Zaslavl ante los pasodobles actualizados de Pepe El Fregona? "De ninguna manera. Es más, yo creo que el viejo Serguei pecó de blando, aunque hay que entenderlo, a su edad…Lo que yo hubiera hecho es coger un carro de combate y arrasar el local, y por supuesto aplastar bajo las ruedas a Pepe El Fregona. Hacen falta medidas radicales para que ese hijoputa sufra las consecuencias de sus atentados a la música", truena Anatoli Bagrationovich, de 57 años, maestro de escuela y ajedrecista retirado, casado en segundas nupcias con Olga Trifónova, de 48 años, maquilladora en la televisión estatal bielorrusa, con quien convive en un coqueto apartamento a tres minutos en taxi de la torre de telecomunicaciones de Minsk.

Según pudo averiguar EL ENGENDRO, estos médicos bielorrusos estaban intentando envenenar el suero de Pepe El Fregona, pero el proverbial instinto de supervivencia de los cantaores murcianos hizo inútiles todos sus esfuerzos.

 

¿Qué oscura bestia merodea oculta detrás de reacciones tan extremas? ¿Es Bielorrusia un país de asesinos? "No señor. Bielorrusia es ante todo un país de gente que ama la música", opina Nikolai Mastrofeiev, de 47 años, director del conservatorio municipal de Vitebsk, donde Pepe El Fregona inició su desafortunada gira bielorrusa. "Es cierto que los pueblos eslavos son muy orgullosos, también es verdad que la desgraciada historia de nuestro país nos ha endurecido quizá demasiado, y que pasado el entusiasmo inicial por el capitalismo existe un cierto sentimiento de agravio hacia Occidente por la arrogancia con que nos trata, pero lo esencial es que Pepe El Fregona es un farsante, un chulo y un hortera que sin tener ni puta idea de música se viene aquí a llevarse nuestros rublos que tanto sufrimiento nos ha costado ganar". "Es impresionante que a un plagiario tan consumado como Pepe El Fregona le dejen salir de su casa", prosigue Mastrofeiev. "Sus composiciones, si se las puede llamar así, copian casi literalmente canciones populares que inmortalizaron Concha Piquer, Los Chichos, Camarón de la Isla e incluso ciertos músicos extranjeros. De hecho, la estructura de su tema "Ya me voy", con el que cierra sus conciertos, es casi idéntica a la de "Los delincuentes" del grupo Veneno. Por cierto, déjeme decirle que todos los medios españoles a los que he hecho declaraciones me han preguntado que cómo puedo yo saber tanto de música española. ¿Es que allí les sorprende que alguien tenga cultura?".

La multinacional discográfica para la que graba Pepe El Fregona ha reaccionado con prontitud ante el patinazo, destituyendo a todos sus responsables en Minsk y reemplazándolos por ejecutivos españoles. La razón oficial de este cese fulminante y masivo es "haber fracasado en su tarea de garantizar la seguridad de uno de los artistas más destacados de nuestro catálogo europeo". Sin embargo, empleados de la mencionada discográfica, que al contrario que los anteriores entrevistados nos rogaron por su descendencia que conserváramos su anonimato, reconocen que esta explicación pública es una broma. "Sencillamente de cachondeo. Lo que ha hecho fracasar la promoción de Pepe El Fregona es que hemos subestimado la cultura musical de los bielorrusos. Esta gente tenía ocho años de educación musical en los tiempos soviéticos, con acceso gratuito a conservatorios y ese tipo de cosas, y claro, todo eso se ha notado. El fallo está en que debíamos haberlo presentado primero a periodistas y gente de la radio, y que ellos hubieran ido preparando el terreno. Por lo que yo sé, eso es lo que se ha hecho siempre". Otro empleado discrepa: "Lo que pasa es que este país no está preparado para una manera de entender la música étnica tan novedosa como la de Pepe El Fregona". Y un tercero defiende incluso la estrategia comercial que aparentemente ha originado tantas desgracias: "Tal y como estaba planificada, era irreprochable, y si hubiera triunfado ahora todo el mundo nos lamería el culo. En teoría, acometer el mercado de Europa del Este a través de una gira de conciertos por ciudades medianas y pequeñas de un país típico en muchos aspectos como es Bielorrusia es genial en todos los aspectos; dota al artista de la misma proximidad al público que los músicos locales, consigue una nada despreciable capacidad de penetrar en las capas menos occidentalizadas de la sociedad bielorrusa (lo que llamaríamos la Bielorrusia profunda) y sobre todo imbuye al cantante de un aura de honestidad y pureza cara al público, al aparentar que está tratando de ganarse su posición desde abajo; los conciertos en locales pequeños también contribuyen a apuntalar esa imagen, porque donde realmente se demuestra lo que vale un artista es en el directo".

Donde realmente se demuestra lo que vale un artista es en el directo, dicen en Bielorrusia… Quizás sea conveniente recordar que Pepe El Fregona no se labró su carrera en agotadoras giras de conciertos a bordo de furgonetas destartaladas; siempre lejos de la mística del músico ambulante, Pepe El Fregona, nacido en Murcia en 1959 en el seno de una de las más renombradas familias flamencas de la región, fue artista infantil en los sesenta, ídolo de fans en los setenta y joven valor de la canción española en los ochenta, todo ello apareciendo mucho más frecuentemente en las revistas del corazón que en los escenarios. Sus 37 discos publicados de 1965 a 1989 (sin contar las cintas de gasolinera), totalizan unas 24 canciones, todas ellas fuertemente influidas por algún otro músico; tras innumerables cambios de discográfica, en 1991 un avispado ejecutivo creyó haber descubierto un filón no explotado en Pepe El Fregona y decidió lanzarlo como cantante cosmopolita. Con el inglés que había aprendido en sus habituales visitas a Miami, el cantaor murciano compuso el álbum "Legend", que incluía canciones tan suyas como "No woman no cry", "Is this love" o "Stand up for your rights". "Legend" disfrutó de cierto éxito en España, pero por alguna razón fue completamente ignorado en el extranjero. Este Pepe El Fregona cosmopolita de principios de los noventa acostumbraba a desorientar a sus entrevistadores con virulentos discursos sobre política jamaicana, fervientes apologías del uso de cierta sustancia vegetal prohibida por la legislación española o enfáticas predicciones acerca del cáncer de pulmón que según él habría de llevarle a la tumba. A pesar de estos golpes de efecto, la compañía de Pepe El Fregona perdió mucho dinero con "Legend"; tras volverlo a intentar en 1993 con una mezcla de grunge y son cubano que fracasó con igual estrépito, el autor de "Oda a Murcia" se vio de patitas en la calle. De 1994 a 1998 Pepe El Fregona hizo de todo para ganarse la vida: se divorció seis veces de su mujer para poder vender las exclusivas, representó al gobierno autónomo murciano en las olimpiadas de Atlanta, regentó un serpentario en Alicante, fue contertulio en programas deportivos de televisiones locales del Levante español, anunció bujías en vallas publicitarias, escribió su autobiografía y trabajó como asesor municipal para las celebraciones de los 1.200 años de la fundación de Murcia, entre otros muchos oficios. Parecía que la para muchos mayor figura del cante murciano de todos los tiempos estaba abocada a despeñarse por el barranco de la historia, pero cuando en 1998 una nueva discográfica le pidió que compusiera un tema para el episodio piloto de una serie que al mes siguiente iba a empezar a emitirse por La Primera en horario de máxima audiencia, Pepe El Fregona lo tuvo clarísimo; contra los que dudaban de que los españoles quisieran volver a la música de los años cuarenta, el famoso intérprete levantino apostó por el pasodoble y ganó. El resto es historia.

Más de uno pensará que el fiasco de su aventura bielorrusa marca el inicio de un nuevo giro descendente en la trayectoria de Pepe El Fregona, pero lo cierto es que este murciano español (ya que por lo visto no universal) puede dormir tranquilo en su lecho marbellí repujado en oro: una vez más, España es diferente, y el morbo y la exposición mediática provocados por el incidente de Zaslavl han contribuido a que su último disco consiga vender 143.000 copias en una semana, colocándose en las 900.000 y afianzándose como el disco de pasodobles más vendido en la historia de España. En los opulentos centros comerciales de las afueras de las grandes ciudades españolas, riadas de satisfechos consumidores occidentales fluyen suavemente por escaleras mecánicas entre superficies acristaladas para salvar los escasos metros que les separan del sedoso automóvil metalizado que tras diez minutos de autopista sin baches iluminada día y noche les depositará sanos y salvos en su protegido hogar del otro lado del Estrecho donde nunca falla la calefacción y el conductor del automóvil rasgará entonces un papel de regalo y tras examinar su contenido se encaminará derecho al rutilante reproductor de discos compactos de la casa para a través de sus cuatro altavoces oír… lo más castizo de la música española de todos los tiempos, que ha ofendido en lo más profundo de su ser a millones de bielorrusos con educación musical. Algunas voces advierten ya de que la brecha cultural que separa a España del resto del mundo puede estar haciéndose demasiado profunda; sea o no esto verdad, lo más probable es que para el 2030 Pepe El Fregona siga cantándole a su Murcia querida. Y no en el infierno, sino en La Primera.

 

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