El presidente del gobierno, fingiendo entusiasmo ante uno de los libros que actualmente anda memorizando como el aplicado estudiante que es

Es un pupilo muy  tenacioso, firme y durotrabajoso, con un endurancia y un dedication fuera de  cuestión. Es de cualquier profesor el sueño, porque cada día tú puedes explanarle para atrás lo que le explanaste el día previo y es como si es brand new para él; en ese sentido, el presidente del Gobierno es un challenge para cualquier profesor de lenguajes extranjeras, y más si esta lenguaje es el español” . Antonio Pellicer, profesor de Lengua y Literatura Españolas para No Lectores en el Instituto Cervantes de Kansas City (Missouri) es quien con tan elogiosas palabras saluda el interés que está poniendo José María Aznar, todavía presidente del Gobierno español, en el aprendizaje de un idioma. Aunque la en apariencia monolítica unidad del partido gobernante (en adelante, el Partido) evitaba que el debate sobre el escaso don de lenguas del presidente saliera a la luz pública, en altas esferas de la diplomacia era ya un comentario recurrente que José María Aznar no podía acudir cada dos por tres a citas internacionales al máximo nivel sin saber al menos un idioma, aunque fuera uno. Pero ha tenido que ser al final de su mandato, cuando el esposo de Ana Botella prepara ya las maletas para largarse a impartir clases en la Universidad de Georgetown y proyectar su imponente sombra a lo largo y ancho del Océano Atlántico todo, cuando al fin sus profesores le han convencido de que en algún lenguaje articulado y complejo tendrá que dirigirse a sus alumnos, los cuales poseen en principio un intelecto más desarrollado que los españolitos de a pie que constituyen su audiencia habitual.

Como es vox pópuli, Aznar se comunica actualmente con el mundo exterior mediante lenguaje SMS, “que es lo único que habla, aunque hace algunos años mostró cierto interés por aprender código Morse”, recuerda un asesor de Moncloa, Íñigo Luis Martínez de Irujo y Ordóñez de la Barrera, que sólo nos autoriza a publicar su nombre en castellano, “porque, como no lo habla mucha gente en el Partido, mi anonimato está garantizado”. “Incluso”, rememora la misma fuente, “hacia 1998 ordenó iniciar una investigación confidencial acerca de si los electrodomésticos se comunicaban entre sí, pues en caso afirmativo podría dirigirse a los españoles utilizando dicho código, ya que todo el mundo entiende a su lavadora, y no necesitaría ya recurrir siempre al SMS, del que decía que “mireustez es avcs ++++ dfcl ® mi y ® ellos”, frase que se podría traducir por  "a ratos resulta demasiado complejo, tanto para el presidente del Gobierno elegido por todos los españoles para conservar el rumbo de nuestra patria y defender la sacrosanta unidad de España consagrada en la Constitución de 1978 como para los españoles que le escuchan y cuando le escuchan saben que está diciendo justo lo que el país necesita”. Dejando a un lado la propaganda, lo cierto es que a quien algo quiere, algo le cuesta, y es muy probable que el no poder expresarse como un lavavajillas le haya venido bien a Aznar a la hora de acometer el siempre trabajoso (y más para un centrista-reformista) aprendizaje de la lengua de don Manuel Azaña Díaz, para él de imprescindible manejo si es que de verdad pretende impartir algún día lecciones en un recinto universitario. En cualquier caso, y contra lo que muchos puedan creer, no es la primera vez que el presidente del Gobierno se lanza a la fascinante aventura de intentar domeñar un nuevo código de fonemas. En un principio, el hombre providencial que obtuvo más de diez millones de votos en las elecciones del 2000 no se comunicaba de

 

 

Gracias al lenguaje SMS, del que Aznar ha sido siempre gran valedor pues no habla otra cosa, las campañas electorales han ganado mucho en contundencia y franqueza (en la foto, propaganda electoral del PP para las elecciones autonómicas madrileñas de octubre de 2003)

 

ninguna manera con sus congéneres, pues no lo necesitaba para labrarse un porvenir; su título universitario y su oposición a inspector de Hacienda con el número 1 de su promoción habían sido ganados limpiamente, en cerrada competencia con otros casi tan linajudos como él. “Estaban entre las prebendas a que tenía derecho su abuelo, don Manuel Aznar, a cuenta de los servicios prestados a la Nación como director de “La Vanguardia” y otros periódicos y pionero de la propaganda radiotelevisada en España”, cuenta don Ramón de Vallellano y Huécija, a sus 72 años todavía director de Nuevas Tecnologías y Adquisición y Compra de Cerebros Electrónicos, Tarjetas Perforadas y Otros Computadores Aplicados al Sonido en RTVE, cargo que lleva asociado un salario de 56.000 al mes más el usufructo de ciertas fincas agrícolas en Soria y Huesca, las cuales, por cierto, tienen derecho a subvenciones europeas. “Pero no se vayan a creer que Aznar consiguió su titulación académica y su empleo público por ser un niño de papá; como digo, había mucha competencia, pues la escala de mandos del Ejército estaba hipertrofiada y todos los militares de alta graduación del país querían dejar a sus hijos con una buena colocación para que el día de mañana tuvieran un buen pasar y no se vieran obligados a vender las joyas de la familia”, insiste don Ramón ante un negrísimo vaso de coñá Luis Felipe. Fuera cual fuera la identidad del verdadero redactor de los artículos publicados en 1979 en el diario “La Nueva Rioja”, de Logroño, bajo el seudónimo de “José María Aznar”, el caso es que llegó un tiempo en que el actual líder de las masas obreras y campesinas tuvo que recurrir a su don de lenguas – el que tuviese – para lograr cierta soltura en el lenguaje de signos, condición sine qua non para entrar en política. “ Como todo el mundo sabe, los que estamos en esto necesitamos acreditar un nivel por lo menos básico en lenguaje de signos, porque tenemos que asentir a todo lo que diga nuestro inmediato superior jerárquico, y si no, el superior a ése, y así sucesivamente”, aclara un colaborador de José María Aznar en su etapa de diputado por Ávila, “Dentro del Partido, esto es si cabe más cierto aún, pues nosotros no somos socialistas de mierda de ésos que van por ahí cada uno diciendo una cosa distinta, sino que, como Partido fuerte y unido que somos, el único capaz de gobernar el país, nos enorgullecemos de nuestra férrea disciplina y sólida estructura jerárquica; se comprende que en esas circunstancias un mínimo conocimiento de los signos necesarios para mostrar obediencia sea obligatorio en nuestra organización”. El mismo colaborador de Aznar en aquella etapa originaria no duda en reconocer, no obstante, que el aprendizaje de los rudimentos de la lengua de signos no fue pecata minuta para el sin par estadista vallisoletano. “Le tocó a un amigo mío ya fallecido enseñarle, Emilio Mazuecos de Prada se llamaba, que su cadáver apareció flotando aquí en el Órbigo, hace seis o siete años, con siete kilos de cemento que le encontraron en el páncreas en la autopsia, una cosa muy rara, ya sabe usted. Pues este Emilio me contó a mí hace unos ocho años o así que Aznar, cuando le estaba enseñando a asentir, nunca se acordaba de hacia qué lado debía mover la cabeza, y que tardó dieciocho meses en acostumbrarle a moverla hacia abajo. Pero ya ve usted, es un hombre dotado de una constancia sin límites y por eso está donde está, gracias entre otros a mi voto, porque comprenderá usted que, con los socialistas que tenemos, que en realidad son unos comunistas, no puede uno ir vendiendo a España por ahí votando a otro partido que no sea el Partido.”  El mismo tesón demostró Aznar cuando, preparado mentalmente como estaba para ser un oscuro funcionario del aparato del partido sin más obligación que apretar las teclas de las votaciones en algún cenáculo de políticos y de paso aprovechar para sacarse unas recalificacioncillas sin que se notara demasiado, resultó de pronto iluminado a un tiempo por la Providencia, por los focos mediáticos y por Fraga y hubo de desarrollar una estrategia para relacionarse con los que habrían de ser sus votantes, pues, aunque lo fundamental lo definen las empresas de estudios demoscópicos contratadas por el Partido para vender a su producto, es decir, al gran estadista que lo preside en cada momento, éste tiene que poner un mínimo de su parte para que la gente sepa diferenciarlo de una lombriz, esa especie animal tan manifiestamente marxista. “En un principio, Aznar no prometía nada como gobernante, por una razón tan simple como que no sabía hablar, y en tales circunstancias uno sólo está facultado para obedecer; mas al final se ha demostrado una vez más que los que mejor saben obedecer son aquellos a los que les tiembla menos el pulso a la hora de mandar”, comenta Covadonga de Liébana y Suárez-Macho, condesa de Alpedrete y asesora de planificación mediática de don José María en su etapa de férreo opositor a la hidra socialista.

Mucho hay que destacar los innegables progresos del señor Aznar en la asimilación de las complejas estructuras de la lengua castellana. Pero lo cierto es que el futuro profesor de la Universidad de Georgetown y compañero sentimental de Ana Botella no acogió en principio con entusiasmo la idea de estudiar español, lo cual convierte sus rápidos avances en otra fehaciente muestra de su reconocida tenacidad e ilimitado tesón. Fuentes bien informadas recuerdan así el cónclave ministerial en que al fin se consiguió convencer al presidente de que estudiara una lengua con gramática, sintaxis y literatura conocida: “Aquella reunión del consejo de ministros terminó a unas horas de la mañana que no es decente ni mencionar. Nuestras mujeres debieron de pensar que se habían reunido allí para sangrar por las narices, ya me entiende usted, porque nunca un consejo de ministros había terminado después de que cantara el gallo. Pero no, no es que estuviéramos con fulanas allí en la Moncloa, es que estaban algunos ministros intentando convencer a Aznar de que aprendiera español, y Aznar no paraba de repetir aquello de “Mireustez, spnsh n s aprnd pq s +++ cmplx, tnr + d 1 tmpo vrbo, n s ffwd ® bsns” , que viene a querer decir que no quería aprender español porque era demasiado complicado; tenía más de un tiempo verbal y eso lo alejaba del idioma simplificado que Aznar deseaba para que en España se hicieran negocios rápidos, sin perder tiempo en conversaciones estériles. Otras veces decía “Mireustez, n l aprnd pq n m sale d ls cjns y aki mnd yo”, que es una fórmula de cortesía habitual entre miembros del Partido. Lo acostumbrado en nuestra organización es que una negativa tan contumaz del Presidente zanje definitivamente el tema que nos ocupe; ya saben todos los españoles que nosotros somos una organización cohesionada, no como los socialistas, que van cada uno en la dirección que le parece porque no saben a quién obedecer, y entonces aquello es un guirigay y no podemos dejar que gobiernen España. Pero en este caso no se calló todo el mundo cuando habló el presidente, porque, amigo, con el honor y la consideración de un español no se juega, y no hay nada que lo mancille tanto como la befa y la cuchufleta de quien por falta de hidalguía no se atreve a criticar de frente; parece que los ministros que tenían alguna relación con el extranjero no aguantaban el pitorreo continuo de sus colegas de allende las fronteras a cuenta de este problema del presidente, y como no podían devolverles la pelota puesto que al ser militantes del PP carecen por completo de sentido del humor, padecían los pobres un complejo de inferioridad que les obligaba a tener que volverse corriendo a España, donde pueden decir “Usted no sabe con quien está hablando” a todo el que se crucen, para así recuperar la autoestima perdida. Pero últimamente ni siquiera eso bastaba, pues ya los pérfidos extranjeros eran tan persistentes en el error que parecían el Vaticano Segundo, y lo trataban de camuflar inventando chanzas más hirientes que nunca, de modo que nuestros sensibles ministros iban por ahí tomando Prozac y otras moderneces que en los tiempos del... en fin, que los ministros se plantaron y dijeron “Prsdnt, hsta aki yegar”, ya sabe, el castizo “Presidente, hasta aquí hemos llegado”. Y al final el presidente tuvo que aceptarlo, porque amenazaron con dimitir y revelar quién está detrás de los guiones de la serie “Funcionarios”, cuestión que no creamos que sea de interés público. Así que ya tenemos al Presidente aprendiendo castellano, y que sea para bien de España, porque mejorará nuestras relaciones internacionales y nos hará ganar influencia entre los hispanos de Estados Unidos”.

Precisamente su profesor, Antonio Pellicer, fue elegido por su dominio del español que se habla en el país de Bush; de esta forma, Aznar no está recibiendo lecciones del idioma en su forma barcelonesa, ovetense o gaditana, sino más bien memorizando frases como “el rufo se dropea”, y otras de parecido jaez. “Obviously a un pupilo de nivel elementario no  enseñaré “El Quijote”, pero en el translación a spanglish de Ilan Stavans”, dice Antonio Pellicer, que no en vano es un reconocido experto en la materia. Pese a ello, al presidente del Gobierno aún le resultan ajenas bastantes formas gramaticales del castellano. Sin ir más lejos, Antonio Pellicer recuerda sus rifirrafes con la diferencia entre los verbos “ser” y “estar”; el señor presidente, como cualquier otro estudiante de español para extranjeros, ha embestido en repetidas ocasiones contra el muro de dichos verbos sin conseguir que su mollera les diera acomodo. “Pero Joe”, recalca Antonio Pellicer, “hizo un gran esfuerzo en esto; while mis estudiantes desde Kansas City usualmente gastan tres meses aprendiendo los verbos “ser” y “estar”, el Presidente, así, con capitales porque gusto de enseñar respeto a las personalidades, gastó seis meses ruminándolos todo el día de largo until a últimos aprendió”. No obstante, no ha sido del gusto del irrepetible líder sobrado de atributos esta diferencia entre los verbos “ser” y “estar”; de hecho, el muñidor de la mayoría absoluta que impera en España la ha tildado de “prdida d tmpo k n $ mireustez” (filosofía estéril para crear riqueza, o filosofía estéril para producir dólares americanos), llegando incluso a prometer a su profesor que antes del final de la presente legislatura suprimiría la mencionada diferencia, ya abolida en los países de nuestro entorno, al objeto de contribuir al fortalecimiento de las pymes e incentivar la creación de semilleros de empresas. Otro obstáculo con que se ha encontrado Aznar en su procelosa singladura por el océano de las eñes y los acentos no circunflejos es el de los tiempos verbales; la incapacidad de don José María, azote del euskera, para comprenderla es descrita por Antonio Pellicer en los siguientes términos: “Aunque porque el respeto y afección yo siento hacia mi amigo Joe y a todo lo que él está de pie en favor, trato a ser accurate y olvidar sus equivocaciones, yo pienso que no ofendo a ningún si yo cuento un little secreto: a Aznar se hace muy rough entender los tensos del verbo, y no porque ellos son too many, pero porque él, justo como Parménides, no ve alguna diferencia entre el pasado, el presente y el futuro. Por él, toda cosa es ahora como siempre fue y como siempre va a ser, y ser es uno, único y indivisible. Yo llegué a esta conclusión no porque el very Presidente la haya explanado a mí en esas palabras; como nosotros todos sabemos, Aznar es un hombre demasiado cometido a su tasca de rebuildar España como a devotar cualquier sencillo minuto en posar enigmas metafisicales. Pero cuando yo intenté enseñar a él sobre el separación entre pasado, presente y futuro con un simple frase como “Real Madrid jugó ayer” oposicionado a “juega hoy” o “va a jugar mañana”, me contestó con un deadpan “Mireustez, Mdrd juega smpre”, y lo soportó en el hecho que en España pueblo no paró nunca hablando sobre Real Madrid; en some way era as if el equipo de capital estuvo siempre jugando. Entonces yo pedí a él que fue atrás a, digo, el catorceavo siglo, cuando el Madrid no aún existió, y miró a mí como bacalao fuera de agua; él podía no creer que no hubo aún liga española de soccer entonces. “Mireustez, pero hbr Spn” ,replicó a mí still atónito . Como yo no convencí a él, yo intenté a remindear a él del tiempo cuando Felipe González fue presidente del gobierno y hubo desempleo, derrame y coimas, esto es a decir, del pasado, y que justo por un momento envisajeara el dorado edad que fue a venir al país cuando Mariano Rajoy fue elegido presidente, esto es a decir, el futuro. Pero no way; él justo contestó con un buen conocido greeting del Partido, “Mireustez, aki mndo yo smpre”. En el fin, nosotros fallamos en hacer Aznar entender los tensos del verbo, pero yo don´t worry, porque como un experienciado profesor, con veinticinco años de enseñamiento atrás, yo clamo eso no es un serio lagoon por un pupilo de español a absoluto”. 

A pesar del indulgente juicio de su profesor, en privado las mismas fuentes gubernamentales citadas anteriormente se cuidan mucho de minimizar los padecimientos aznariles al encarar los tiempos verbales. “Lo pasa mal, el hombre. Comprende que el español no es un idioma adaptado a lo que el Partido quiere transmitir a los ciudadanos, y como no es capaz de inventar un idioma él sólo, pues se desespera. ¿Pues sabe lo que le digo? Que los ciudadanos se tendrán que aguantar, porque esto a un presidente no se le hace”, manifiesta Amancio de Mora y García- Carrés, decano de la Escuela de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Pontificia de Guadalajara y comisionado general de la campaña “La rueda la inventó el Partido”, de gran éxito el pasado año. La europeidad del idioma, su gran parecido con el francés y el italiano y su antigüedad como lengua (se desarrolló muchos años antes de llegar la televisión a España, lo cual explica su escasa agilidad informativa y su tendencia a empantanar la comunicación en interminables fárragos) son características que irritan hasta el paroxismo al gran prócer pepero; cuando un militante de su partido, más versado en historia de lo habitual, le contó que en 1869 Giuseppe Fanelli había dado a conocer el anarquismo en España usando exclusivamente vocabulario galo y transalpino, pues no hablaba ni palabra de castellano y en aquel tiempo, aunque ahora parezca inimaginable, se las apañaban sin lenguaje SMS, Aznar respondió con un lacónico “Cnmgo eso n psr” y después destituyó de todos sus cargos al pedante que le había relatado la anécdota. Se dice que la inquietud de don José María ante la enorme semejanza del castellano con otras lenguas romances está motivada también por lo mucho que ello facilita la traducción de obras extranjeras que pudieran servir de ariete para la penetración de las mismas ideas judeomasónicas en otro tiempo representativas de la anti-España. Por cierto: a pesar de que Aznar utilizó efectivamente el término “judeomasónico” para referirse al pensamiento antiespañol en un reciente encuentro con los directivos del Foro Publicidad y Empresa en Galapagar, sus portavoces acaban de negar la existencia del más mínimo vestigio de antisemitismo en el cerebro del presidente. Según voceros de Moncloa, ese supuesto antisemitismo aznaril quedaría desmentido por su apoyo sin fisuras a la política de Ariel Sharon contra los palestinos; incluso comentaron que el presidente había declarado en repetidas ocasiones, en referencia al conflicto de Oriente Próximo, que “ahora los judíos no son los israelíes, sino los árabes”, frase que demuestra la solidez del pensamiento conservador y su robusto basamento en un cuerpo de doctrina fuerte e inmune al paso de las décadas, aunque lo suficientemente flexible para ser adaptado a cualquier cambio en las relaciones de poder.

 

                           

Simpática imagen de Aznar consternado ante las inasimilables dificultades sintácticas del castellano; el presidente, sin embargo, ha dado ejemplo haciendo suya la sentencia recogida en el artículo primero de la Ley de Calidad, que resume el espíritu de la norma: “La letra con sangre entra”

A todo esto, fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores consultadas por El Engendro no descartan el abandono del español por Aznar en cuanto alcance un nivel de conocimiento de dicha lengua que le permita intercambiar algunas palabras con su mujer, a la que amigos personales de ambos ven “muy incomunicada” con el presidente. El deseo de este estadista de raza de ser recordado por la Historia como el artífice del proceso de paz en Oriente Medio podría animarle a cambiar el castellano por el hebreo, idioma que le permitiría además realizar el mayor de sus sueños de juventud: editar su propia traducción de la biblia, la cual sería de obligado estudio y examen en todos los centros de enseñanza que quisieran seguir recibiendo fondos públicos (esta renuncia a imponer su visión de las sagradas escrituras es otro ejemplo más del acrisolado talante democrático de nuestro gran presidente). Por su parte, una comisión del Partido presidida al alimón por Mariano Rajoy y Ángel Acebes está trabajando en una versión del castellano que sea del gusto del único líder mundial que existe en España; según los datos filtrados hasta el momento, este español carecerá casi por completo de vocabulario árabe, germánico, francés o anterior al siglo XIX, excepto cuando se trate de palabras compuestas al estilo de las lenguas aglutinantes (por ejemplo, “usteznosabeconquienestahablando”), y todos los sustantivos llevarán el sufijo “bueno” o el sufijo “malo” delante, según sea lo que el sustantivo representa (por ejemplo, “Aznar bueno terminate with Zapatero Llamazares malos at cronicasmarcianas bueno ranking ourcorporation bueno bueno”, que se traduciría como “Aznar venció a Zapatero y Llamazares en el debate sobre el estado de la nación”. Asimismo, el vocabulario económico y comercial será modificado cada tres meses para evitar que el populacho lo entienda; de esta forma, se preservará la confidencialidad en los tratos mercantiles y aumentará la confianza de los empresarios en el futuro del país. Este español mejorado, llamado “decastaespañol” en homenaje a José Antonio Linares y Gómez, estará listo a mediados de 2010, y será la lengua que hablen los que toman las decisiones que este país necesita para encarar el futuro; esta revista  también se publicará en dicho   idioma. 

Este frenesí lingüístico que actualmente posee a todas las luminarias del Partido es un claro indicador de que el gobierno se ha tomado muy en serio la introducción de los idiomas en la enseñanza primaria, innovador precepto de la Ley de Calidad que el último aumento presupuestario en Educación permitirá implantar por completo en 2058. Tan visionarias medidas, y otras que están por llegar, muestran hasta a los ciegos que no quieren ver el acierto de la política seguida por este ejecutivo; en poco tiempo, según todos los expertos, España se convertirá en la locomotora económica que tire del resto de Europa, sustituyendo en ese puesto a la decadente Alemania. Y más vale así, porque una cosa está clara: el presidente del Gobierno no piensa aprender alemán.  

 

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