El presidente del gobierno, fingiendo entusiasmo ante uno de los libros que actualmente anda memorizando como el aplicado estudiante que es
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Mucho
hay que destacar los innegables progresos del señor Aznar en la asimilación
de las complejas estructuras de la lengua castellana. Pero lo cierto es
que el futuro profesor de la Universidad de Georgetown y compañero
sentimental de Ana Botella no acogió en principio con entusiasmo la idea
de estudiar español, lo cual convierte sus rápidos avances en otra
fehaciente muestra de su reconocida tenacidad e ilimitado tesón. Fuentes
bien informadas recuerdan así el cónclave ministerial en que al fin se
consiguió convencer al presidente de que estudiara una lengua con gramática,
sintaxis y literatura conocida:
“Aquella reunión del consejo de ministros terminó a unas horas de la
mañana que no es decente ni mencionar. Nuestras mujeres debieron de
pensar que se habían reunido allí para sangrar por las narices, ya me
entiende usted, porque nunca un consejo de ministros había terminado
después de que cantara el gallo. Pero no, no es que estuviéramos con
fulanas allí en la Moncloa, es que estaban algunos ministros intentando
convencer a Aznar de que aprendiera español, y Aznar no paraba de repetir
aquello de “Mireustez, spnsh n s aprnd pq s +++ cmplx, tnr + d 1 tmpo
vrbo, n s ffwd ®
bsns” , que viene a querer decir que no quería aprender español porque
era demasiado complicado; tenía más de un tiempo verbal y eso lo alejaba
del idioma simplificado que Aznar deseaba para que en España se hicieran
negocios rápidos, sin perder tiempo en conversaciones estériles. Otras
veces decía “Mireustez, n l aprnd pq n m sale d ls cjns y aki mnd
yo”, que es una fórmula de cortesía habitual entre miembros del
Partido. Lo acostumbrado en nuestra organización es que una negativa tan
contumaz del Presidente zanje definitivamente el tema que nos ocupe; ya
saben todos los españoles que nosotros somos una organización
cohesionada, no como los socialistas, que van cada uno en la dirección
que le parece porque no saben a quién obedecer, y entonces aquello es un
guirigay y no podemos dejar que gobiernen España. Pero en este caso no se
calló todo el mundo cuando habló el presidente, porque, amigo, con el
honor y la consideración de un español no se juega, y no hay nada que lo
mancille tanto como la befa y la cuchufleta de quien por falta de hidalguía
no se atreve a criticar de frente; parece que los ministros que tenían
alguna relación con el extranjero no aguantaban el pitorreo continuo de
sus colegas de allende las fronteras a cuenta de este problema del
presidente, y como no podían devolverles la pelota puesto que al ser
militantes del PP carecen por completo de sentido del humor, padecían los
pobres un complejo de inferioridad que les obligaba a tener que volverse
corriendo a España, donde pueden decir “Usted no sabe con quien está
hablando” a todo el que se crucen, para así recuperar la autoestima
perdida. Pero últimamente ni
siquiera eso bastaba, pues ya los pérfidos extranjeros eran tan
persistentes en el error que parecían el Vaticano Segundo, y lo trataban
de camuflar inventando chanzas más hirientes que nunca, de modo que
nuestros sensibles ministros iban por ahí tomando Prozac y otras
moderneces que en los tiempos del... en fin, que los ministros se
plantaron y dijeron “Prsdnt, hsta aki yegar”, ya sabe, el castizo
“Presidente, hasta aquí hemos llegado”. Y al final el presidente tuvo
que aceptarlo, porque amenazaron con dimitir y revelar quién está detrás
de los guiones de la serie “Funcionarios”, cuestión que no creamos
que sea de interés público. Así que ya tenemos al Presidente
aprendiendo castellano, y que sea para bien de España, porque mejorará
nuestras relaciones internacionales y nos hará ganar influencia entre los
hispanos de Estados Unidos”.
Precisamente
su profesor, Antonio Pellicer, fue elegido por su dominio del español que
se habla en el país de Bush; de esta forma, Aznar no está recibiendo
lecciones del idioma en su forma barcelonesa, ovetense o gaditana, sino más
bien memorizando frases como “el rufo se dropea”, y otras de parecido
jaez. “Obviously a un pupilo de nivel elementario no
enseñaré “El Quijote”, pero en el translación a spanglish de
Ilan Stavans”, dice Antonio Pellicer, que no en vano es un reconocido
experto en la materia. Pese a ello, al presidente del Gobierno aún le
resultan ajenas bastantes formas gramaticales del castellano. Sin ir más
lejos, Antonio Pellicer recuerda sus rifirrafes con la diferencia entre
los verbos “ser” y “estar”; el señor presidente, como cualquier
otro estudiante de español para extranjeros, ha embestido en repetidas
ocasiones contra el muro de dichos verbos sin conseguir que su mollera les
diera acomodo. “Pero Joe”, recalca Antonio Pellicer, “hizo un gran
esfuerzo en esto; while mis estudiantes desde Kansas City usualmente
gastan tres meses aprendiendo los verbos “ser” y “estar”, el
Presidente, así, con capitales porque gusto de enseñar respeto a las
personalidades, gastó seis meses ruminándolos todo el día de largo
until a últimos aprendió”. No obstante, no ha sido del gusto del
irrepetible líder sobrado de atributos esta diferencia entre los verbos
“ser” y “estar”; de hecho, el muñidor de la mayoría absoluta que
impera en España la ha tildado de “prdida d tmpo k n $ mireustez”
(filosofía estéril para crear riqueza, o filosofía estéril para
producir dólares americanos), llegando incluso a prometer a su profesor
que antes del final de la presente legislatura suprimiría la mencionada
diferencia, ya abolida en los países de nuestro entorno, al objeto de
contribuir al fortalecimiento de las pymes e incentivar la creación de
semilleros de empresas. Otro obstáculo con que se ha encontrado Aznar en
su procelosa singladura por el océano de las eñes y los acentos no
circunflejos es el de los tiempos verbales; la incapacidad de don José
María, azote del euskera, para comprenderla es descrita por Antonio
Pellicer en los siguientes términos: “Aunque porque el respeto y afección
yo siento hacia mi amigo Joe y a todo lo que él está de pie en favor,
trato a ser accurate y olvidar sus equivocaciones, yo pienso que no ofendo
a ningún si yo cuento un little secreto: a Aznar se hace muy rough
entender los tensos del verbo, y no porque ellos son too many, pero porque
él, justo como Parménides, no ve alguna diferencia entre el pasado, el
presente y el futuro. Por él, toda cosa es ahora como siempre fue y como
siempre va a ser, y ser es uno, único y indivisible. Yo llegué a esta
conclusión no porque el very Presidente la haya explanado a mí en esas
palabras; como nosotros todos sabemos, Aznar es un hombre demasiado
cometido a su tasca de rebuildar España como a devotar cualquier sencillo
minuto en posar enigmas metafisicales. Pero cuando yo intenté enseñar a
él sobre el separación entre pasado, presente y futuro con un simple
frase como “Real Madrid jugó ayer” oposicionado a “juega hoy” o
“va a jugar mañana”, me contestó con un deadpan “Mireustez, Mdrd
juega smpre”, y lo soportó en el hecho que en España pueblo no paró
nunca hablando sobre Real Madrid; en some way era as if el equipo de
capital estuvo siempre jugando. Entonces yo pedí a él que fue atrás a,
digo, el catorceavo siglo, cuando el Madrid no aún existió, y miró a mí
como bacalao fuera de agua; él podía no creer que no hubo aún liga española
de soccer entonces. “Mireustez, pero hbr Spn” ,replicó a mí still atónito
. Como yo no convencí a él, yo intenté a remindear a él del tiempo
cuando Felipe González fue presidente del gobierno y hubo desempleo,
derrame y coimas, esto es a decir, del pasado, y que justo por un momento
envisajeara el dorado edad que fue a venir al país cuando Mariano Rajoy
fue elegido presidente, esto es a decir, el futuro. Pero no way; él justo
contestó con un buen conocido greeting del Partido, “Mireustez, aki
mndo yo smpre”. En el fin, nosotros fallamos en hacer Aznar entender los
tensos del verbo, pero yo don´t worry, porque como un experienciado
profesor, con veinticinco años de enseñamiento atrás, yo clamo eso no
es un serio lagoon por un pupilo de español a absoluto”.
A pesar del indulgente juicio de su profesor, en privado las mismas fuentes gubernamentales citadas anteriormente se cuidan mucho de minimizar los padecimientos aznariles al encarar los tiempos verbales. “Lo pasa mal, el hombre. Comprende que el español no es un idioma adaptado a lo que el Partido quiere transmitir a los ciudadanos, y como no es capaz de inventar un idioma él sólo, pues se desespera. ¿Pues sabe lo que le digo? Que los ciudadanos se tendrán que aguantar, porque esto a un presidente no se le hace”, manifiesta Amancio de Mora y García- Carrés, decano de la Escuela de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Pontificia de Guadalajara y comisionado general de la campaña “La rueda la inventó el Partido”, de gran éxito el pasado año. La europeidad del idioma, su gran parecido con el francés y el italiano y su antigüedad como lengua (se desarrolló muchos años antes de llegar la televisión a España, lo cual explica su escasa agilidad informativa y su tendencia a empantanar la comunicación en interminables fárragos) son características que irritan hasta el paroxismo al gran prócer pepero; cuando un militante de su partido, más versado en historia de lo habitual, le contó que en 1869 Giuseppe Fanelli había dado a conocer el anarquismo en España usando exclusivamente vocabulario galo y transalpino, pues no hablaba ni palabra de castellano y en aquel tiempo, aunque ahora parezca inimaginable, se las apañaban sin lenguaje SMS, Aznar respondió con un lacónico “Cnmgo eso n psr” y después destituyó de todos sus cargos al pedante que le había relatado la anécdota. Se dice que la inquietud de don José María ante la enorme semejanza del castellano con otras lenguas romances está motivada también por lo mucho que ello facilita la traducción de obras extranjeras que pudieran servir de ariete para la penetración de las mismas ideas judeomasónicas en otro tiempo representativas de la anti-España. Por cierto: a pesar de que Aznar utilizó efectivamente el término “judeomasónico” para referirse al pensamiento antiespañol en un reciente encuentro con los directivos del Foro Publicidad y Empresa en Galapagar, sus portavoces acaban de negar la existencia del más mínimo vestigio de antisemitismo en el cerebro del presidente. Según voceros de Moncloa, ese supuesto antisemitismo aznaril quedaría desmentido por su apoyo sin fisuras a la política de Ariel Sharon contra los palestinos; incluso comentaron que el presidente había declarado en repetidas ocasiones, en referencia al conflicto de Oriente Próximo, que “ahora los judíos no son los israelíes, sino los árabes”, frase que demuestra la solidez del pensamiento conservador y su robusto basamento en un cuerpo de doctrina fuerte e inmune al paso de las décadas, aunque lo suficientemente flexible para ser adaptado a cualquier cambio en las relaciones de poder.
Simpática
imagen de Aznar consternado ante las inasimilables dificultades sintácticas
del castellano; el presidente, sin embargo, ha dado ejemplo haciendo suya
la sentencia recogida en el artículo primero de la Ley de Calidad, que
resume el espíritu de la norma: “La letra con sangre entra” A
todo esto, fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores consultadas por El
Engendro no descartan el abandono del español por Aznar en cuanto alcance
un nivel de conocimiento de dicha lengua que le permita intercambiar
algunas palabras con su mujer, a la que amigos personales de ambos ven
“muy incomunicada” con el presidente. El deseo de este estadista de
raza de ser recordado por la Historia como el artífice del proceso de paz
en Oriente Medio podría animarle a cambiar el castellano por el hebreo,
idioma que le permitiría además realizar el mayor de sus sueños de
juventud: editar su propia traducción de la biblia, la cual sería de
obligado estudio y examen en todos los centros de enseñanza que quisieran
seguir recibiendo fondos públicos (esta renuncia a imponer su visión de
las sagradas escrituras es otro ejemplo más del acrisolado talante democrático
de nuestro gran presidente). Por su parte, una comisión del Partido
presidida al alimón por Mariano Rajoy y Ángel Acebes está trabajando en
una versión del castellano que sea del gusto del único líder mundial
que existe en España; según los datos filtrados hasta el momento, este
español carecerá casi por completo de vocabulario árabe, germánico,
francés o anterior al siglo XIX, excepto cuando se trate de palabras
compuestas al estilo de las lenguas aglutinantes (por ejemplo, “usteznosabeconquienestahablando”),
y todos los sustantivos llevarán el sufijo “bueno” o el sufijo
“malo” delante, según sea lo que el sustantivo representa (por
ejemplo, “Aznar bueno terminate with Zapatero Llamazares malos at
cronicasmarcianas bueno ranking ourcorporation bueno bueno”, que se
traduciría como “Aznar venció a Zapatero y Llamazares en el debate
sobre el estado de la nación”. Asimismo, el vocabulario económico y
comercial será modificado cada tres meses para evitar que el populacho lo
entienda; de esta forma, se preservará la confidencialidad en los tratos
mercantiles y aumentará la confianza de los empresarios en el futuro del
país. Este español mejorado, llamado “decastaespañol” en homenaje a
José Antonio Linares y Gómez, estará listo a mediados de 2010, y será
la lengua que hablen los que toman las decisiones que este país necesita
para encarar el futuro; esta revista también se publicará en dicho
idioma. Este
frenesí lingüístico que actualmente posee a todas las luminarias del
Partido es un claro indicador de que el gobierno se ha tomado muy en serio
la introducción de los idiomas en la enseñanza primaria, innovador
precepto de la Ley de Calidad que el último aumento presupuestario en
Educación permitirá implantar por completo en 2058. Tan visionarias
medidas, y otras que están por llegar, muestran hasta a los ciegos que no
quieren ver el acierto de la política seguida por este ejecutivo; en poco
tiempo, según todos los expertos, España se convertirá en la locomotora
económica que tire del resto de Europa, sustituyendo en ese puesto a la
decadente Alemania. Y más vale así, porque una cosa está clara: el
presidente del Gobierno no piensa aprender alemán.
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