CARNIVAL IN COAL:
FRENCH CANCAN
Volumen
recomendado: Siempre épico, como corresponde a esta antológica muestra de
pitorreo de la épica.
Momento
propicio: En presencia de partidarios acérrimos o detractores igualmente acérrimos
del heavy metal, para demostrarles que este estilo puede concebirse de modo
mucho más polimórfico de lo que nunca habían pensado.
Injusto
de veras ha sido el destino con este disco, que de haber disfrutado de una mejor
difusión (y sobre todo haber llegado a oídos más abiertos) hubiera
revolucionado el habitualmente estático y plasticoso océano de la música de
reunión, no concibiéndose guateque ni festolina en que no sonara. Mas el
aferramiento de unos a su ortodoxia estilística y de otros a su insufrible niñaterío
que algunos llaman “cool” (porque se aplica a actitudes, hábitos y
productos culturales fríos e inertes como una rata muerta) ha empujado a este
“French Cancan” a ignoradas estanterías en sótanos de tiendas de discos
(extranjeras, por supuesto, porque es dudoso que aquí se haya llegado a editar;
en todo caso, El Engendro no tiene monedas o billetes de curso legal para
adquirirlo). Siendo éste el caso, ellos se lo pierden, pues nos encontramos
ante un trabajo extraordinario, ideado
recurriendo a las máximas que los Monty Python seguían para trenzar sus
maravillosos sketches: ante todo, buscar la incongruencia cambiando un elemento
de la situación estándar y sustituyéndolo por otro lo más ajeno posible a
dicha situación, de tal forma que impepinablemente acaezca el absurdo. Si
cambiamos “situación” por “estilo musical”, podremos barruntar lo que
han hecho aquí los Carnival In Coal; han tomado como base el metal más extremo
y gutural, rayano en el doom y en el black metal, y han decidido fusionarlo con,
con… ¿con música sinfónica de aire wagneriano? ¿Con rock progresivo? ¿Con
flamenco guitarrístico? Pues nada de eso: con música disco de los setenta,
salsa y música de crucero. Eso sí que es una carga de profundidad conceptual,
y lo demás son tonterías. Y para más inri, los Carnival In Coal se presentan
con una curiosísima formación teniendo en cuenta que parecen beber de los
Morbid Angel y los Cradle of Filth; resultan ser dos, dos sólo, probablemente
el primer dúo heavy jamás conocido.
Sentido
del humor es lo que hace falta entre los heavies, y estos dos habitantes de una
pequeña ciudad francesa de escasa tradición en lo que a mitología nórdica se
refiere derrochan ganas de
chacota y recochineo. Para que ello sea más evidente, han preferido incluir en
este disco siete versiones de clásicos heavies, no tan heavies y nada heavies,
de modo que el oyente con afán de sorpresa disponga de un punto de partida
reconocible para seguir las reconstituciones y deformaciones que con irreverente
ánimo practican los Carnival In Coal. Usualmente se trata de introducir
elementos de música disco en lo que en principio fue heavy y viceversa; ni que
decir tiene que los resultados son absolutamente inverosímiles.
Temas en principio infames, como uno al parecer incluido en la película
“Flashdance” (sí, ésa que estás pensando) y llamado “Maniac”, son
convertidos en trepidantes asaltos que empiezan pareciendo Dream Theater para
semejar luego Cradle of Filth; el cantante intercambia su voz natural, de
extraordinaria similitud con la de Mike Patton, con un rugido tan hosco y
cavernoso que se introduce ya en el terreno de la parodia. No sólo los himnos
discotequeros son pasados por la piedra guturalizante, sino que estos
iconoclastas sin miedo ni vergüenza oscurecen también el pop comercial (“Baker
Street”, de un tal Gerry Rafferty, famosa aquí por un anuncio de tabacos,
acaba pareciendo el “Midlife Crisis” de Faith No More) o el rock pseudosinfónico
(“Mama”, de los Genesis, mejora mucho con un cantante de doom en lugar de
Phil Collins). Por otro lado, tenemos las variaciones sobre archiconocidos temas
más duros que el titanio, entre las que destaca la versión del “Fucking
Hostile” de Pantera para fiestas de alta sociedad y cruceros por la Costa
Azul; no se ha escuchado nada igual desde que Zappa interpretó el “Purple
Haze” de Jimi Hendrix sustituyendo las guitarras por trompetas de carnaval.
De modo que es muy conveniente que empecéis a reíros de gobernantes solemnes y patéticos, de las Ciencias y las Artes con mayúsculas y de vosotros mismos; habitualmente cuesta trabajo, pero tenemos la suerte de que de vez cuando a alguien se le ocurre una idea como ésta, de las llamadas peregrinas por los cejijuntos y duros de encéfalo.
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