Los jefes de estado y de gobierno de los Quince, en busca de una posición común en la lucha contra los trabajadores corrientes
Comienza en Bruselas la cumbre europea contra Ana Pérez Sánchez
Alfredo
Corral, comisario jefe de la
policía nacional en L´Hospitalet y experto en gente común como Ana Pérez Sánchez.
El mismo mando policial afirma que este silencio es probable que se prolongue al
menos una semana. “Europa la tiene acorralada, y ella sabe que no tiene nada
que hacer. Normalmente no se expresan bien
por culpa de la LOGSE, y menos ahora que se ponen nerviosos al ver que no tienen
escapatoria”.
Teniendo
muy presente la importancia de lo que ocurre en L´Hospitalet de Llobregat y
que, como dice el ministro de Economía holandés, “el tiempo que nosotros
perdemos en elaborar un plan de acción conjunto que sea eficaz en prevenir la
trabajadoridad en el espacio europeo es tiempo que ella, Ana Pérez Sánchez,
gana para reafirmarse en lo que ha sido siempre, y las víctimas de esta situación
no pueden
esperar más”,
la presidencia del Consejo ha diseñado un apretado calendario de
debates, que
en algunos casos, como en anteriores cumbres, puede prolongarse incluso hasta más
allá de la medianoche. “Nos hemos traído los transistores para escuchar el fútbol
juntos, aunque ya saben que yo soy del Milán y eso puede provocar problemas
bilaterales con mis amigos Blair y Aznar”, bromeó el primer ministro
italiano, Silvio Berlusconi. Chanzas aparte, lo cierto es que, como de
costumbre, no hay un consenso prefijado sobre este tema entre los Quince, ni
entre ellos y los países candidatos; más allá de aceptar que Ana Pérez Sánchez
es perjudicial para Europa y debe ser enfrentada, algo en lo que todos están de
acuerdo, hay importantes diferencias en torno al cómo y el cuándo de las
acciones que se deben llevar a cabo. La posición más claramente definida está
articulada en torno a España, Italia, Austria, Portugal y los países
candidatos, que exigen la aplicación de un paquete de medidas que incluye el
bloqueo de las cuentas bancarias de Ana Pérez Sánchez y la confiscación de
sus depósitos (que se dedicarían a fines de interés social como la ayuda a
las inmobiliarias, que actualmente pasan por un mal momento), la publicación de
todas las fotografías que se le hayan tomado desde niña para evitar en lo
posible que con un cambio de aspecto pueda pasar desapercibida, la instrumentación
de una normativa que obligue a las emisoras de televisión y radio de la UE a
dedicar un mínimo del 20% de su tiempo de emisión a hablar mal de ella, la
prohibición de tener acceso a cualquier tipo de información excepto a aquella
que sirva para minar su autoestima, la suspensión del derecho de sus
descendientes a la educación y a la sanidad, y la reducción del salario mínimo
interprofesional a la tercera parte, doblándose la duración de la jornada de
trabajo, con objeto de que este nuevo régimen laboral se aplique a Ana Pérez Sánchez
de forma inmediata. “Y si está en paro, que sepa que dormirá en la calle, y
que nosotros sabemos dónde duerme”, declaró el ministro de Asuntos
Exteriores portugués en un gesto de energía contra el trabajadorismo que a
buen seguro será muy apreciado por su opinión pública. La otra posición, más
moderada y confusa en torno a sus objetivos, es la mantenida por el Gobierno
alemán, secundado por los de los países nórdicos y, en menor medida, por
Francia, Bélgica y Luxemburgo. El canciller Schröder, aunque dice estar de
acuerdo en lo intolerable de una situación que compromete de forma
verdaderamente criminal las perspectivas macroeconómicas en el espacio europeo,
apoya una acción más gradual en el tiempo y sobre todo explicada a la opinión
pública del espacio europeo de un modo menos enérgico y más didáctico.
Fuentes cercanas a la cancillería federal, informa desde Berlín Yago
del Castillo y Fernández-Miranda,
puntualizan que los temores del canciller Schröder se basan en la posibilidad
de que importantes sectores de su opinión pública puedan no entender el
peligro que Ana Pérez Sánchez representa para su supervivencia; estas mismas
fuentes consideran incluso probable que algunos alemanes, sobre todo los
cercanos a grupos ecologistas y contraculturales, se vuelvan en contra de esta
campaña y se conviertan en defensores de los intereses de Ana Pérez Sánchez y
de los trabajadores contra los que se arremeta después, el próximo de los
cuales, por cierto, será alemán. La mayoría de los analistas independientes
afirma en cambio que la vacilante posición de Berlín se debe a la actual
situación de debilidad del canciller Schröder frente a la oposición
democristiana, que acaba de ganar las elecciones en Baden-Wurttemberg, Schleswig-Holstein
y Sajonia-Anhalt y amenaza con dejar al gabinete sin capital político para
gestionar la reforma del desempleo pactada con los Verdes con el objetivo de
disciplinar de una vez por todas al trabajador alemán.
En
los prolegómenos de la cumbre, fuentes próximas al equipo del secretario de
Estado español para las Comunidades Europeas se han referido a la posición
alemana en términos muy contundentes: “A ver si todavía la parásita esa se
va a salir con la suya, ¡cojones! Ahora los tiempos no están para las
blandenguerías éstas de los nórdicos, que se ve que como no les da el sol no
comprenden el mundo en que viven. Aquí o se gana o se pierde, y cuando se gana,
se gana con todas las consecuencias, y del adversario no debe quedar ni el
recuerdo, que dijo Sánchez Mazas, ¿queda clarito? Eso lo ha entendido muy bien
el presidente Bush, y por eso estamos con él. El mensaje que demos tiene que
ser inequívoco: que no habrá lugar en España ni en Europa ni a ser posible en
el mundo donde pueda esconderse Ana Pérez Sánchez para seguir siendo como es:
depredadora de los recursos que el espacio europeo destina a crear riqueza para
seguir creando riqueza. Y el final debe ser como en los toros: descabello,
banderilla y suerte de matar, y la carne del toro a la carnicería. Y esa va
a ser la posición que el Gobierno elegido por la mayoría de los españoles
se honrará en defender en esta cumbre”. La suficiencia con que los portavoces
de Madrid expresan sus opiniones, poco frecuente en los diplomáticos salones
bruselenses, es atribuida por las mismas fuentes a que actualmente “Aznar está
crecido, y como él lo está, todos los españoles de bien lo estamos. ¿Pasa
algo?”, y por fuentes menos apasionadas a que probablemente la posición española
será aceptada casi en su totalidad, con sólo ligeros matices de estilo y
forma; se aducen también razones de consumo interno, como el peso que los
argumentos basados en posiciones de poder tienen en la opinión pública española,
demostrado por el éxito de la apelación de Aznar al tamaño de su aparato
genital de cara a la movilización de su electorado en las elecciones locales
del 25-M.
Que los líderes europeos hayan ya prefijado la postura a adoptar ante el espinoso asunto de la existencia de Ana Pérez Sánchez, “que a fecha de hoy sigue consumiendo recursos sin escrúpulos, y la conciencia de ese problema nos hace olvidar nuestras diferencias puntuales”, opina un diplomático irlandés, no significa que los debates del presente encuentro vayan a quedar vacíos de contenido. Todo lo contrario: entre los periodistas acreditados se multiplican las cábalas sobre si la propuesta de Tony Blair de deteriorar el estado de su sistema respiratorio con recortes selectivos en los presupuestos de sanidad a cambio de una suavización de las restricciones al acceso a la información no denigratoria para con su persona será aceptada por España como solución de compromiso. Italia y la República Checa, con el visto bueno de Aznar, han propuesto la construcción de una gran infraestructura transeuropea junto al domicilio de Ana Pérez Sánchez, a lo que seguiría la declaración de ruina de todo el barrio en que vive y la posterior expropiación de los edificios para su venta a inmobiliarias, que derribarían los bloques para construir pisos de lujo y la dejarían en la calle. “Se trataría de una solución altamente pedagógica, que demostraría a los europeos que utilizar una vivienda para habitar en ella constituye, a menos que se posean como poco otras dos como colchón financiero, un error de asignación de recursos de naturaleza al menos tan criminal para la economía europea como el tráfico de estupefacientes”, dice el ministro de Economía austriaco, buen conocedor de estos temas. La aceptación de esta propuesta por los países nórdicos (ya ha sido aprobada por Luxemburgo como fórmula de consenso) depende de que Aznar acepte un mecanismo de asignación de individuos de la calle contra los que se instituirán las cumbres que dé más protagonismo a los países pequeños, algo a lo que éste se niega. Matices en todo caso de poca importancia comparados con lo revolucionario de una campaña en la que Europa coge por fin el toro por los cuernos y decide concienciar de una vez por todas a sus ciudadanos del inmenso daño económico causado por la existencia de personas que comen, respiran y se mueven por el espacio europeo con absoluta impunidad. “Aunque parezca mentira, nunca hasta ahora habíamos estado tan de acuerdo”, declaraba ayer por la noche un alto cargo del ministerio de Exteriores francés. Será necesario dicho acuerdo si se quiere concienciar a la opinión pública del continente para que desarrolle instintos asesinos hacia quienes comprometen la existencia misma de la economía europea por el afán egoísta de existir ellos. Unos instintos asesinos que, de momento, no están consiguiendo instilar del todo, pues sólo el 67% de los ciudadanos europeos odia a Ana Pérez Sánchez en este momento (el 80% en España), según el Eurobarómetro, cifra muy inferior al 99% que los dirigentes de la UE creen adecuado. “Pero se conseguirá, que nadie dude de que se conseguirá”, afirma Aznar dando un puñetazo en la mesa y sintetizando eficazmente las esperanzas del resto de líderes del Consejo Europeo y de la casi totalidad de ciudadanos del continente, indignados y alarmados por lo insostenible de la situación.
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