macromassa: los hechos pérez

Volumen recomendado: El necesario para entender todas las letras y que los vecinos sepan de la existencia de estos desviacionistas culturales (mejor que atruene)

Momento propicio: En una fiesta, pues no hay mejor disco que éste para atentar contra el concepto plastificado de “música de reunión”.

 

Cansados del chimpún cazurro a más no poder que marcaban sin piedad por aquella época (y por ésta) garrulas orquestas de baile propensas a interpretar los éxitos de Georgie Dann en cuanto uno se descuidase, asolando tanto Benidorm como Albalate del Cinca con sus infames repertorios, los fundadores de Macromassa decidieron en 1976 seguir la máxima zappiana que en traducción libre reza “algunos dicen que si vas demasiado lejos no podrás volver a donde están los demás, pero de todas formas merece la pena”; en aquel entonces, con Arias Navarro, el de “Españoles, Franco ha muerto”, presidiendo aún el gobierno, los Macromassa se fueron demasiado lejos y aún hoy, veintiocho años después, no han creído llegada la hora de volver. Parece ser que Juan Crek y Víctor Nubla, los dos inquietos espíritus y redactores de extrañísimos textos escondidos tras ese nombre de diez letras que vínoles a la cabeza al ver caer una copiosa nevada en la carretera nacional nosecuantos entre Cuenca y Teruel allá por febrero de 1976, se alejaban ya a toda velocidad del común de los mortales cuando, habiendo conseguido un concierto en un conocido local de Barcelona, grabaron allí su primer directo,“Darlia microtónica”; el desconcierto del respetable (¿o habría que decir “el canallesco?”) fue tal que de los trescientos individuos presentes al comenzar la actuación sólo dos aguantaron hasta la conclusión de la lluvia de ideas macromassiana.  

Blandiendo saxófonos, sintetizadores y diversa maquinaria de distorsión, así como títulos tan particulares como “Espejo Rapidísimo Qinqén” o “Anteayer nadé en el río con la mayor naturalidad (afortunadamente no andaban por allí los temibles hundidores de cabezas)”, y sufragando su deambular musical gracias al bendito extranjero y a las otrora munificentes instituciones públicas, estos surrealistas berroqueños y recalcitrantes se han mantenido durante dos décadas adelantándose a un tiempo que quizá nunca les alcance; en 1997 declararon Macromassa “en estado latente”, aunque sus textos siguen publicándose en Internet en la dirección usuarios.lycos.es/hronir. La mayoría de sus obras, incluyendo por descontado el directo que espantó a doscientas noventa y ocho personas y otras tituladas por ejemplo “El concierto para ir en globo” y “El regreso a las botellas de Papá Nodulus”, están recontradescatalogadas; incluso en el Soulseek es arduo hallar una huella siquiera débilmente marcada del paso de los Macromassa por el orbe. Tras varios días (o semanas, o meses) de paciente búsqueda, la palabra EUREKA es pronunciada en voz más alta que Arquímedes al encontrar este “Los Hechos Pérez”, que en 1992 consiguieron editar sin que ningún defensor del pretendido talento musical de los Cantores de Híspalis los masacrase (claro que, estimados lectores de El Engendro, estamos hablando de aquella edad de oro en que la música latina era considerada propia de analfabetos funcionales).

¿La música? Sus propios autores han desaconsejado cualquier glosa de los sonidos que ellos producen con estas palabras: “La música de Macromassa ha sido definida de muchas maneras y casi ninguna servía para entender de qué se estaba hablando. Algunas eran más ingeniosas y otras menos, pero esas definiciones acostumbraban a dejar en muy buen lugar al que las emitía y por lo general no decían anda que nadie pudiera entender. Así se creó una parte de la leyenda”. Mas El Engendro, al que ya se le acaba el espacio para escribir esta reseña, tendrá que decir algo para que algún lector suyo se anime a disfrutar “Los Hechos Pérez” de los Macromassa como lo hemos disfrutado nosotros. Digamos entonces que los Macromassa son estructuras musicales nacidas del jazz y la música electrónica (la primitiva, no la de baile) y crecidas hasta llegar a lo irreconocible, adornadas con frases del jaez de “estoy en contra de tus pies; con tus zapatos ya no podrás molestarme más” o “destitúyete, absuélvete, disuelve la bifurcación oblicua B1”, enunciadas con la voz tratada para parecer la de un viejo. Sin olvidar “El consecuente aspecto de Geometría”, con su letra con reminiscencias de la Grecia clásica declamada con acento de la tercera edad de Bollullos Par del Condado” (“Er consecuente ahpehto de Jometría”, suena más o menos el título). Y esto es todo lo que puede decir El Engendro, pues ya no nos queda papel y hemos reducido la tipografía hasta el límite de lo ilegible; el resto, como aseveran los propios Macromassa, tendrás que escribirlo tú.

(Fondo tomado de usuarios.lycos.es/hronir, página oficial de Macromassa que puede presumir de contarse entre las más surrealistas de toda la red, con enciclopédicos relatos en los que se despliega una imaginación tan exuberante que se diría que caben galaxias en la cabeza de los autores)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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