o el descarrilamiento coreografiado del mundo contemporáneo
La misteriosa identidad múltiple del proyecto unipersonal, dúo, trío, cuarteto, quinteto, sexteto, coral polifónica o de lo que narices se trate llamado Mugre, Bujías y Alcauciles le concede la posibilidad de que sus proteicos e inabarcables sonidos, por supuesto más inviables comercialmente que una bicicleta sin ruedas, semejen sin embargo la voz de las circunstancias, del tiempo con mayúsculas, la voz que perdurará en las crónicas cuando los cirigallos, danzantes y malabaristas que secuestran el prisma y la perspectiva se disuelvan en la nada como la nimiedad efímera y superficial que son. A lo largo de los últimos veinticinco años, Mugre, Bujías y Alcauciles han sabido establecer una pauta para la danza del horror aséptico, de la sinrazón que esconden los campos de golf, las segundas residencias, los cupones de los cereales para el desayuno y los paquetes turísticos. Sus coreografías, ideadas por mentes tan indignadas y calenturientas como anónimas, tan anónimas que lo mismo mueven los hilos desde las sombras que permanecen en el contumaz anonimato basal de los que ni rostro tienen, son el revulsivo que nos hace falta para percibir las escamas del tiranosaurio blanco, plasticoso y discotequero.
Un momento de "Nací cuando todo moría y a pesar de ello aquí estoy (los años del papel pintado)", espantajo músico-teatral costumbrista ideado por Mugre, Bujías y Alcauciles
La sonrisa del espectador se hiela en su rostro al tiempo que lo hace la de los individuos que en principio hacen el tonto sobre el escenario para luego cumplir con el ineludible deber de dibujar un retrato del monstruo que se interpone entre nosotros y la vida, entendida ésta como existencia feliz y razonable. Los "espantajos" de Mugre, Bujías y Alcauciles funcionan como cordón umbilical que nos une al existir que queremos poniendo de manifiesto lo que nos sobra, lo postizo, lo alquilado, lo ficticio que llama ficticia a la realidad. Tantas sonrisas contratadas...
La explosión ficticia de la obra "El turismo es un gran invento" en su primera versión, antes de que las limitaciones presupuestarias obligaran a suprimir la explosión y casi la obra, momento en el cual El Engendro, colectivo experto en situaciones económicamente menesterosas, se hizo cargo de todo.
En la actualidad, Mugre, Bujías y Alcauciles se encuentran en algún lugar del mundo a vueltas con su última obra, la coreografía "El turismo es un gran invento", si bien es verdad que el lugar del mundo donde pasan la mayor parte del tiempo es el domicilio respectivo de cada uno de los integrantes del grupo. "El turismo es un gran invento" es supuestamente una coreografía comisionada por el Ayuntamiento de El Ejido en aras de la potenciación como destino turístico playero de esta histórica (sobre todo en lo que a la historia contemporánea se refiere) localidad de la provincia de Almería. La coreografía se engloba en un proyecto musical de mayor alcance denominado "Seis canales merdellones", cuyo desenlace es descrito de la siguiente manera por las cabezas exudantes de Mugre, Bujías y Alcauciles:
A
medida que se suceden los temas musicales, la tal coreografía irá degenerando
en enfrentamientos personales, ajustes de cuentas, reyertas y resolución de
rencillas entre los bailarines, que al final se atacarán unos a otros con cajas
de cartón en un contexto de extrema violencia mezquina, pequeñoburguesa y xenófoba.
El resto se halla en el interior de lo ideado por Mugre, Bujías y Alcauciles; no seremos nosotros quienes lo destripemos, pues el mensaje está dentro de cada lector del Engendro y ha de ser él quien lo interprete.
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