"El cine pony le debe a Provpravda Vissennayä lo mismo que el cine sueco le debe a Ingmar Bergman: TODO", Woody Allen hablando de su colaboración con Provpravda en "Poderosa Afrodita", 1996.
PROVPRAVDA VISSENNAYÄ
EL CINE DE AUTOR TAMBIÉN REGURGITA
BREVE SEMBLANZA DEL TAN CONTRADICTORIO COMO GENIAL ACTOR EQUINO, INOLVIDABLE PROTAGONISTA DE "EL SER Y LA VEGETACIÓN" (1979)
Yo he llorado. He de confesarlo. He llorado en una sala de cine. Yo, un avezado espectador que no se conmovió lo más mínimo al ver a Selma Jezkova, o Björk, ejecutada en los minutos finales de "Bailar en la oscuridad", he visto correr sin embargo por mi mejilla una lágrima enmarcada en un ya lejano pasado cinematográfico de celuloide puro y prístino elaborado por creadores que eran eso, creadores, y no marionetas a sueldo de la Coca-Cola y los vaqueros y el rock duro. Estoy hablando de los tiempos en que Hollywood era Hollywood, cojones, y aún podía producir maravillas como "El ser y la vegetación", la gran obra maestra iluminadora y embellecedora del corazón humano que a mí me arrancó esa furtiva lágrima aquel día de noviembre. Pero, ¿fue la obra o fue el personaje?, ¿fue el personaje o fue el actor? Muchos de nosotros, por más que nos hagamos mayores y nos levantemos de la cama un día tras otro y nos preparemos siempre el mismo desayuno y acabemos teniendo problemas de arteriosclerosis por haber comido demasiados huevos fritos con aceite de semillas, jamás podremos olvidar aquellos ojos, que para más inri además no eran los de ninguna diosa del Hollywood clásico, no los de Ava Gardner o Rita Hayworth, sino los de un CABALLO, un pony para más señas; en ese instante supimos que aquello que veíamos relinchar de pura angustia y dolor emotivo no era un animal, sino un ACTOR. No, no olvidaremos cómo sufría aquel cuadrúpedo en la pantalla, cómo hacía suyos los desgarros de su personaje, Dawnstar, el caballo de la pradera salvaje obligado a matar a sus padres, a los que amaba, y a servirse de su carne para alimentar a su yegua y a su pequeño potrillo, que ajeno a todo ello retozaba feliz en el espacio yermo y rocoso a que un ataque nuclear soviético había dejado reducida la antaño feraz pradera. No, no lo olvidaremos, pero la inigualada brillantez de Provpravda en ésta la obra cumbre del director checo Milos Forman, sin duda el cineasta que mejor le ha entendido, no debe hacernos olvidar tampoco que el insigne actor tiene un largo recorrido como figura del espectáculo antes y después de aquel glorioso momento.
Provpravda Vissennayä vino al mundo en un koljós cercano a la frontera entre Ucrania y Hungría allá por mediados de los sesenta, aunque la fecha exacta no se conoce por la criminal negligencia de los burócratas de la ganadería soviética, que lastrados por su tradicional miopía colectivista pasaron de largo ante el evidente potencial comercial que Propravda ya mostraba y le trataron como un pony más del koljós. Cuando cumplió los dos años, Provpravda, como todos los ponies de la antigua URSS, supo el destino que a partir de entonces le correspondería: en su caso, su puesto de trabajo de por vida era el de caballo de paseo de los nietos del entonces secretario general del Partido Socialista Unificado (SED) de Alemania Oriental, Walter Ulbricht. Viéndose destinado a misiones de vida más elevadas que las de aguantar hasta la hora del matadero a los descendientes de un gerontócrata de Berlín Este, Propravda decidió CORRER HACIA LA LIBERTAD. Después de galopar durante seis días con sus noches por valles y montañas de Hungría y Checoslovaquia, durmiendo en las praderas y alimentándose de la hierba que encontraba en el camino, el 6 de agosto de 1968 cruzó por fin la frontera austriaca con una pata rota, siendo inmediatamente atendido por los guardias de fronteras del país alpino, que no podían creer la historia de la heroica fuga de Provpravda de detrás del telón de acero. A partir del momento de su llegada a Occidente comienzan dos años difíciles en la vida de Provpravda; en ese tiempo debe aprender a ganarse la vida en un país donde no conoce el idioma ni la cultura ni las costumbres, teniendo que pagar lógicamente el peaje de los circos y parques de atracciones y "reservas naturales" en los que era obligado a pasear a niños y padres sobre su lomo en jornadas de catorce horas, hasta que por fin, no se sabe muy bien cómo, logró meter su hocico en el entonces incipiente cine underground austriaco. Su primera película conocida fue el mediometraje "Behaltengrossaufnahme" ("Primer plano sostenido"), del director vienés Jürgen Kleinmetz; como su propio nombre indica, se trata de un primer plano de la grupa de Propravda fotografiado a contraluz y mantenido durante cincuenta minutos. No se ha vuelto a saber nada de ese Kleinmetz, pero la portentosa actuación de Propravda en este filme (no movió ni un músculo en todo su metraje) le abrió nuevas puertas. En 1974 ya estaba en Berlín, rodando con Fassbinder "Der letzte Sommer des Dichtes" ("El último verano de la densidad"), posteriores películas dirigidas por Visconti y Godard contribuyeron a situarle como único inquilino del olimpo animal del cine de autor europeo. Pero su consagración popular (ya que los muy pedantescos habituales de los cineclubs europeos de la época desdeñaban por infantiles las películas protagonizadas por criaturas no humanas) llegó con "El ser y la vegetación", su primer filme hollywoodiense, que marcó uno de los pocos momentos en la historia del cine en que la crítica y el público se han arrodillado al unísono ante un altar celuloidesco. Mejor dicho, con motivo de "El ser y la vegetación" el público y la crítica se humillaron ante Provpravda Vissennayä y reconocieron en masa ante el altivo équido la patente inferioridad de los seres humanos ante los ponies, al menos desde un punto de vista cinematográfico. Fue lamentable que la rigidez del reglamento de la academia de Hollywood no permitiera que Provpravda recibiese el Oscar que merecía por su aún no emulada labor en "El ser y la vegetación"; este vergonzoso escamoteo debería mancillar por siempre el buen nombre de dicha academia, desde entonces vaciada de todo el prestigio que un día acumulase y condenada a vivir una imperceptible pero segura agonía como lupanar cenagoso entre cuyo fango chapotean insustanciales arpías desclasadas indignas de besar los dedos de los pies de Marilyn. Desde entonces, Provpravda no ha tenido difícil mantener su status de megaestrella equina; aunque absolutamente asimilado por la industria de Hollywood, lo que como es lógico ha repercutido en el nivel de sus actuaciones, el inmortal caballo ha conservado un cierto nivel de dignidad en sus trabajos para directores de la talla de Francis Ford Coppola ("El padrino III"), Steven Spielberg ("Salvar al soldado Ryan", donde cuajó una actuación que recordaba las de sus mejores tiempos en el papel del caballo del soldado Ryan, que lo mantiene con vida y le cura las heridas y cuyo relincho ayuda a la patrulla que lo está buscando a localizarlo en la campiña normanda), Tim Burton (conmovedora su aparición en "Ed Wood", aunque deje bastante que desear desde un punto de vista técnico) o Woody Allen, no comprometiendo jamás su buen nombre en comedias estudiantiles o películas para niños a pesar de los millones de dólares que le han llegado a ofrecer. Provpravda Vissennayä ha mantenido asimismo un cierto contacto con el circuito del cine culto europeo, lo que nos ha permitido a los aficionados a las películas en versión original comprobar la amplitud de sus registros dramáticos en filmes como "Los tomates, la moral y las ruedas de bicicleta"(1993), del director suizo H.M. Eichsberg, o la comedia intimista de Eric Rohmer "El que busca paja para alimentar a sus gallinas de granja la encuentra en Les Halles, cerca del Centro Pompidou" (1996). Por desgracia, EL ENGENDRO, siguiendo su deplorable tradición tocapelotas, ha decidido reírse de todos los críticos de cine del planeta, incluyéndome por supuesto a mí, y reseñar la PEOR PELÍCULA jamás rodada por Provpravda (sí, incluyendo también el mediometraje austriaco en que debutó): PEQUEÑO PONY (UN DRAMA EQUINO), del paciente neuropsiquiátrico metido a director de cine llamado Leopold Hisserkagen. Se puede ver haciendo click en la foto que está al principio de la página; si queréis, pues la veis, y si no pues con esto ya tenéis bastante.
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