¡ Oh tú, criatura abíblica que no
respetas los signos!
No has leído el libro de Nehemías,
no sabes que faltan setenta semanas
para la llegada del Mesías,
y no eres tú el Elegido.
Ignoras que el destino de los débiles
es una hoja que arranca el viento,
lee la Biblia, si no me crees,
lee la Biblia.
Caeran y se levantarán los templos,
pero no el mío, dijo Dios,
muy pronto lo olvidas
al retar al poderoso.
Al que tiene se le dará
y
al que no tiene, aún lo que tiene
se le quitará,
mira la casa de tu abuelo en llamas,
mira tus bueyes bajo el yugo de tu primo,
no podrás pagar el panteón familiar
y el tiempo te borrará
desgranando épocas vivas.
Ni siquiera tu madre te engendró
ni conociste a quien tomaste por esposa,
que haga pompitas tu vientre de gárgola
de la mitología,
no la germánica, la griega,
y te veré convertido en incienso
cuando yo sea el Elegido
y el pueblo de Dios me aclame.