MATERIALES DEL SEMINARIO DE INSULTO CREATIVO
organizado por el Taller de Engendro en colaboración con la Asociación Europea de Desenmascaramiento Mental y Escarnio de la Plutocracia, el fondo Eurimages, el Comité Español de Ayuda a la Corrosión Humorística y a la Pregunta Impertinente, el Plan Europeo de Acción Coordinada Contra la Sistemática Negación de Subvenciones a Quienes No Rueden Cortos, el Centro Macromassa de París, el Museo Tabletom de Málaga, el Real Instituto Patafísico Nacional y la Campaña para la Revelación del Pasado de Fernando Fernán-Gómez Como Cantante de Música Ligera.
1.
Historia del insulto.
Lo primero que advierten aquellos que, despectivos hacia los honores y fanfarrias académicas que lograrían con facilidad si se especializaran en ramas de la historia más prestigiosas, se atreven a ejercer de historiadores del insulto (ni que decir tiene que la mayoría no estudian Historia, ya que no salen muchas plazas de profesor asociado adscritas al área de conocimiento de la palabra soez), es la escasez (por no decir la nulidad) de la bibliografía existente, pues ni siquiera en el mejor de los casos (ni en el peor) cubre ésta las expectativas de un estudioso del insulto que quiera dotar a su trabajo de un mínimo de seriedad y rigor. El curioso empeño de todas las culturas dominantes que en el mundo han sido por presentarse como modelos de orden y trabajo, de jerarquía, urbanidad y diplomacia, complica sobremanera la ya de por sí ardua labor del arqueólogo del insulto; avergonzados de su lado irrespetuoso, procaz y sarcástico, los antiguos no lo incluyeron en sus libros ni en sus crónicas más que de una manera fragmentaria, obligando a los interesados a bucear durante meses y años en bibliotecas y archivos antes de poder aspirar a la publicación de una reseña histórica del insulto mínimamente exhaustiva y documentada. Dicho esto, debe tenerse en cuenta que el Taller de Engendro ha tenido solamente un mes para preparar este Seminario de Insulto Creativo, por lo que no se le puede pedir que acuda a él provisto de una historia pormenorizada del exabrupto peyorativo, a pesar de que los responsables del taller hubieran deseado basar esta exposición en una flamante Historia Universal del Insulto en dieciséis volúmenes encuadernados, con prólogo de Charles Baudelaire y epílogo de Oscar Wilde. Pero, aun siendo importantes todas las dificultades aquí expuestas, un Seminario de Insulto Creativo digno de tal nombre no puede echar a andar sin una mirada retrospectiva a nuestros antepasados maledicentes, sin saber de dónde venimos en lo que al insulto se refiere. Por ello, el Taller de Engendro no tiene más remedio que solicitar a los asistentes que se inventen una historia del insulto, lo cual constituirá el primer ejercicio propuesto.
Ejercicio: Inventarse una historia del insulto que deberá hacer referencia al vocabulario denigratorio en las siguientes culturas y/o lugares y/o etapas históricas: Grecia, Roma, la Edad Media centroeuropea. el Siglo de Oro, la Revolución Industrial, la Albania del periodo de entreguerras y Fregenal de la Sierra en la actualidad. En todos los casos se deberán idear insultos adecuados al contexto histórico de que se trate. Dichos insultos deberán contener al menos alguna de las siguientes palabras:
CEPORRO
VAINA
MICROCÉFALO
MODREGO
2.Necesidad
del insulto.
La
imperiosa e impostergable necesidad del insulto como herramienta de regeneración
del discurso público y de redención de la Humanidad toda se hace patente al
observador imparcial desde el mismo momento en que asumimos la contraposición
originaria de la categoría de animal social (zoon politikon) en que el ser
humano se ha incluido a sí mismo con respecto a
su
muy antisocial constructo de distribución de recursos, prebendas, derramas y
recalificaciones, eufemísticamente llamada “capitalismo salvaje” aunque una
forma más gráfica de denominarla podría ser “capitalismo snuff” o
“capitalismo de degüello”. Una vez que el ser humano se ve diminuto e
inerme ante la colosal e inexorable superestructura, sólo le queda ceder al
chantaje mafioso entregando lo mejor y más preciado que posee, su mente, o
vociferar su descontento usando palabras que han de ser tan ingeniosas como
contundentes, tan secas y hostiles como corrosivas y mordaces, expresión de un
sarcasmo desencajado que nos ilumina sobre la determinación que anida en quien
profiere los insultos, que no es otra que seguir lúcido e irreductible
manteniendo la calma dentro de la desesperación cotidiana. El insulto, y más
el insulto creativo, es entonces un inesperado y certero dardo en el aparato
genital del que intenta ejercer el poder, un destemplado recordatorio de cuán
abominable puede llegar a ser el comportamiento carroñero y facineroso de los
que parten siempre con ventaja y llegan siempre a la meta con una ventaja aún
mayor. Si oímos a alguien exclamar a voz en cuello “¡Mameluco!”, o “¡Coprolito!”,
o “¡Sinsorgo!”, o “¡Cenutrio!”, o “¡Peor!” y dirigir tan
insurgentes vocablos contra quien se lo merece, sabremos que su inteligencia crítica
sobrevive, como también aguanta su capacidad de resistencia. Y recordaremos
también esta frase lapidaria que alguien más sabio que nosotros dejó escrita:
“Mientras haya insultos, mientras haya mentes dispuestas a idearlos,
bocas dispuestas a proferirlos, plumas dispuestas a hacerlos constar,
mientras en nuestra memoria queden los insultos de nuestros antepasados y en
nuestro presente se inventen los insultos del futuro, el ser humano puede seguir
conservando sus esperanzas de vivir algún día en un planeta azul radiante y
armonioso donde la injusticia sea un borroso e irrepetible recuerdo en sepia de
remotos ancestros”.
10. Situaciones en que se hace imprescindible el insulto.
1.
Como mecanismo instintivo de defensa ante cualquier aparición de Manuel
Fraga ora en persona (si es que algo así es soportable para un individuo
desprovisto de la paquidérmica desvergüenza del susodicho), ora a través de
cualquier medio de comunicación, ya sea éste público, privado o privatizado.
2.
Como mecanismo de defensa no tan instintivo ante la gangsteril práctica
de trucar las cabinas de teléfono para que no devuelvan cambio e inclusive se
queden con el dinero aunque sea imposible efectuar la llamada, propia de
multinacionales cuatreras y degeneradas como Telefónica y ninguna más, pues
para eso los muy protervos acaparan el sector. En este caso, el insulto
sustituye a la disculpable pero contraproducente tentación de echar abajo la
cabina a patadas para aventar la inmensa rabia que genera el ser desvalijado en
tan artera y retorcida forma.
10. Como estrategia de
reafirmación de nuestro ser pequeño y no contaminante pero berroqueñamente
resistente cuando atravesamos en bicicleta las calles de esta inhóspita ciudad
(en especial los sectores donde las avenidas se amplían a tres carriles) y
cualquier lechuguino peripuesto aunque troglodita intente cometer un acto de
afirmación de la iniquidad estampando su reluciente mastodonte falócrata y
depredador de recursos contra nuestras pacíficas e inofensivas dos ruedas.
11.
Como airada declaración reivindicativa de nuestra inteligencia amén de
envenenada invectiva contra quienes nos toman por lerdos y mentecatos cuando se
atreven a intentar convencernos de que con el euro no han subido los precios.
12.
Como eficaz estratagema para el desenmascaramiento de los hippyviolinistas,
pedantes profesionales e insufribles defensores a ultranza de su elevadísimo
status cultural, los cuales pretenden vendernos su innata superioridad y
embaucarnos para que nos precipitemos al corte inglés en pos de sus infumables
subproductos, casi siempre impregnados de un elitismo tan pestilente como para
ir hasta Albacete y volver sin parar de vomitar en todo el camino.
20.
Como única respuesta adecuada a los perpetradores de estas frasecillas
enormemente ofensivas a la inteligencia y/o a la justicia, o de otras similares:
20.1.
“Yo soy un poeta”.
20.2.
“No podemos permitir que un país caiga en el comunismo por culpa de la
irresponsabilidad de su propio pueblo”
20.10.
“Mezclar músicos en el estudio es un reto”.
20.11.
“Más triste que un torero al otro lado del telón de acero.”
20.20.
“Los cosmopolitas son catetos galácticos”.
20.21.
“Hoy decir la marca "España"
es decir y es vender una marca de éxito. Hoy decir "España" es decir
estabilidad; hoy decir "España" es decir seguridad; hoy decir
"España" es decir el país más dinámico, más optimista, más
abierto, con más posibilidades de Europa. Ésa es la verdad, digámoslo”.
20.22.
“Planté los pies sobre la mesa y dije: “Yo hago diez kilómetros en cinco
minutos”. Es la primera vez que superamos a Estados Unidos en algo”.
20.100.
“Amanece tan pronto y yo estoy tan solo”.
20.101.
“Mujer, tus modas y afeites no pueden ser los de la Francia judía y
traidora”.
20.102.
“La mano que gobierna España es militar, que no tiembla”.
20.110.
“Me encanta ser rica, porque todo el mundo te regala cosas”.
20.111.
“¿Todavía no tiene un Mercedes?”
20.112.
“Los precios de los pisos son elevados porque la gente los puede pagar”.
20.120.
“La bolsa ha subido y el petróleo ha bajado. Eso son datos”.
20.121.
“Mi personalidad no se puede encuadrar dentro de los límites de una topografía
cultural clásica”.
20.122.
“Yo, mujer-poeta”.
20.200.
“Nuestras canciones son pop, hablan de chicas y de coches”.
20.201.
“Un español que lleve en las venas la tradición nacional, un español de
cepa”.
20.202.
“Son necesarias reformas estructurales para eliminar rigideces en el mercado
de trabajo”.
20.210.
“El sol es aproximadamente del tamaño de un pie humano”.
20.211.
“Ésta, como carácter permanente y obrar consciente que se mueve a sí mismo,
es para sí y en sí; a éste ser para y en sí se enfrenta su realidad y su ser
allí para otro; el ser para y en sí es la esencia que tiene en el cerebro un
ser, que es subsumido bajo aquella esencia y sólo cobra su valor por medio de
la significación inmanente”.
20.212.
“Ya me estoy viendo yo con la espiocha echando abajo el ca
20.220. Etc.
Ejercicio:
Con el Catálogo de Insultos Creativos por delante, debátase largo y tendido
sobre qué insulto es el más adecuado a las anteriores situaciones y frases.
Recuérdese que debe alcanzarse un consenso.
11.
Cómo evitar caer en los mismos insultos de siempre utilizando un poco más la
imaginación.
Aun
cuando muchos, tal vez la mayoría, crean cubiertas sus necesidades de insulto
contando sólo con las imprecaciones tradicionales en lengua castellana, más de
una vez se nos hace cuesta arriba seguir erre que erre con la misma terminología
despectiva, llamando “cabrón” o “hijo de la gran puta” a todo cristo
sin importar si en realidad es un mentecato, un panarra o un merdellón.
Entonces se hace patente la conveniencia de ampliar nuestra gama de expresiones
denigrantes y convertirnos en insultadores de postín capaces de mantener cruces
de vituperios de alto nivel en los ambientes más elegantes y selectos, donde
hombres y mujeres de mundo resuelven sus rencillas rivalizando por exhibir la
lengua más larga y espetar a diestro y siniestro los vocablos más mordaces.
Pocos campos hay tan adecuados como el insulto para combinar la fina observación
de la psique humana con el ingenio previamente construido sobre la base de una
amplia cultura y disparado hacia insospechados niveles de causticidad. Nuestra
inventiva nos ayudará a acuñar insultos nunca proferidos hasta el momento o a
desempolvar otros que nunca debieron ser tragados por el oscuro océano del
tiempo. Así que suerte y a ponerse a caer de un burro unos a otros.
11.1. Vocabulario peyorativo. Insultos en otros idiomas.
No
ha de ser difícil para mentes avisadas como las de los ilustres asistentes a
este Seminario de Insulto Creativo el comprender que más allá de los
exabruptos que conocemos hay otras formas de imprecación que no han cruzado la
frontera de nuestro vetusto y endogámico idioma castellano. No es mucha la
información de que se dispone acerca del insulto creativo en culturas remotas,
ya que los investigadores del insulto que han publicado sus trabajos en la red
se han centrado por lo general en expresiones relativas bien a los genitales
masculinos y/o femeninos, bien a prácticas sexuales no mayoritarias o
simplemente sexuales. En todo caso, tras haber estudiado detenidamente los
vituperios que por el mundo se profieren hemos de destacar la rica tradición
creativa en cuanto a vocabulario ofensivo que atesora la Europa del Este, por
desgracia olímpicamente ignorada en las fanfarrias y publirreportajes que últimamente
hemos tenido que soportar con motivo de la ampliación de la Unión Europea y su
puta madre. La versatilidad peyorativa de estas gentes va desde el surrealismo
retorcido y culto de los húngaros (“calcetín mental” y “pantalones
cortos mentales” son sinónimos de imbécil muy populares en Budapest a pesar
de su naturaleza aparentemente rebuscada; no se debe dejar de mencionar tampoco
el curioso juramento que se pronuncia allí antes de trasegar bebidas alcohólicas
de alta graduación, que dice así: TE VOY A FOLLAR LAS COMISURAS DE LOS LABIOS,
QUERIDO ALEXANDER) hasta la minuciosidad de los polacos, que distinguen entre
“gran burro”, “burro de tamaño mediano” y “pequeño burro”, pasando
por el surrealismo un poco más basto que a veces aflora en Rumanía, como en el
siguiente enunciado peyorativo de aquellas latitudes: “Vuélvete con tu
comadrona patinando sobre hielo”.
Tal
vez debido al marcado carácter eclesiástico que ha adquirido el latín desde
que no lo habla nadie fuera de misa, es difícil concebirlo como una lengua en
la que en su momento se insultó, y de qué manera. La contundencia de denuestos
como “irrumator” (chupapollas, en castellano), “pedicator” (adicto al
sexo anal), “furcifer” (canalla) o “agricola” (paleto) sorprende a todo
el que, como nosotros, se imaginaba el latín como idioma de gentes rectas y
recatadas; de hecho, se advierte en estos vituperios cierta solidez pétrea y
rectilínea, como si derivaran de las inflexibles prescripciones del derecho
romano, lo cual por fuerza habría de suceder a veces: no en vano
existía ya resistencia a la autoridad en aquellos tiempos remotos,
aunque bien es verdad que sin la compleja articulación ideológica que en los
últimos siglos ha caracterizado a algunos movimientos protestatarios.
Ejercicio:
Inventar insultos típicos de los siguientes países:
Islandia
Pakistán
Estonia
Paraguay
Irlanda
Grecia
Nueva
Zelanda
utilizando
como base los siguientes insultos del Catálogo de Insultos Creativos:
MOLONDRO
PEDAZO
DE ALCORNOQUE
LECHUGUINO
MANDRIA
11.2.
Formas arcaicas del insulto. Insultos de pueblo.
La
desgraciada e inconveniente hamburguesización del insulto propiciada por las
malas traducciones de los ya de por sí básicos improperios típicos de las películas
de Hollywood (los consabidos “bastard” y “asshole”, normalmente
trasladados al castellano como “cabrón” o “cabronazo” y “gilipollas”,
respectivamente, obviando versiones mucho más creativas y floridas como “cabrón
de siete suelas”, “mendrugo” o “atrasado de noticias”) ha llevado a la
extinción casi generalizada de los vituperios tradicionales de nuestro idioma,
secando así una fuente de inventiva lingüística que en tiempos fue
inagotable. Huyendo del acoso de implacables predadores como el ya mencionado
doblaje de películas, el lenguaje SMS, la nefasta política educativa de Pilar
del Castillo y otros de los que no me quiero acordar porque me conviene evitar
los infartos cerebrales, el insulto de pueblo y/o arcaico se ha refugiado en los
diccionarios de más de dieciocho mil entradas, en la novela picaresca y en la
memoria de algunos pensionistas con hijos también pensionistas, lugares que no
contribuyen mucho a que las jóvenes generaciones se sientan atraídas por estos
recios y berroqueños vocablos peyorativos anteriores a los Teletubbies, a la
Expo 92 e incluso a la llegada de la luz eléctrica a los hogares.
Sin embargo, algunos insultos por mucho tiempo considerados arcaicos han
vuelto ahora a la actualidad de resultas de lo aparentemente vertiginoso de los
cambios sociales, que, aunque nunca llegan a ser tan vertiginosos como para que
veamos a los actuales promotores inmobiliarios vivir en corrales de vecinos de
1915, sí que se notan en asuntos en el fondo tan fútiles como la evolución de
la vestimenta y del agrupamiento en tribus urbanas. Como botón de muestra
podemos citar vituperios como “madero” (torpe, en su origen) o “niño gótico”
(en principio, presumido; cualquiera que hoy día tope con algunos ejemplares de
la fauna que de un tiempo a esta parte se hace llamar “gótica” o
“siniestra” podrá saber de qué estamos hablando). Y si los insultos
arcaicos no han sido bendecidos por el correr de los asuntos de actualidad, la
contundencia que les caracteriza es intemporal y sirve para defenderse ante
cualquier tipo de fechoría, felonía o impertinencia. La mayoría de los
insultos del Catálogo de Insultos Creativos se pueden encuadrar dentro de esta
categoría, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta lo que tuvieron que
aguantar quienes en otras épocas aquí habitaron, especialmente los que
tuvieron que exiliarse o esconderse en sótanos como el de “Underground” de
Kusturica, PERO SOLOS Y SIN MÚSICA. Así
que jugad un poco con palabras como “bacín” (aún hoy pronunciada en Alcázar
de San Juan), “guijeño”, “ñórdiga” o “carabina de Ambrosio”, y
sobre todo espetadlas a quien os tome por imbécil y/o esclavo en el sórdido
devenir de la existencia precocinada; seguro que se le queda el rostro a cuadros
marrones y verdes.
Ejercicio:
encontrar 25 insultos arcaicos o de pueblo adecuados para el perpetrador de cada
una de estas frases auténticamente arcaicas o de pueblo:
1.“La justicia no debe ser igual para todos; Farruquito es muy buena gente”.
10.
“Prohibido atropellar niños bajo multa de cinco pesetas”.
11.
“Si non foras muller, te pegaría dos hostias”.
12.
“Los moros, que se vayan a Marruecos, que es donde tienen que estar”.
20.
“Me gusta ver a las chicas en minifarda y piropear, que nunca podrá la moda a
la española perjudicar”.
21.
“A mí me gusta la mujer-mujer”.
22.
“La fiesta de los toros constituye una de las más elevadas cimas del acervo
cultural hispánico,y sus enemigos son lacayos del voraz imperialismo cultural
germano y anglosajón”.
100.
“Los ateos son como mulos de labor”.
11.10. Formación de nuevos insultos a partir de realidades ofensivas contemporáneas.
Tema
libre aunque indispensable, en el que los asistentes deberán crear nuevos
exabruptos usando como materia prima individuos o situaciones que atenten contra
su estatus de personas inteligentes o bien agoten su paciencia. Los insultos
obtenidos se incorporarán al catálogo de insultos creativos.
11.11. Insultos
surrealistas.
Tema
aún más libre e indispensable, en el que la incongruencia creativa debe
introducirse en las meninges de los asistentes, llevándoles a inventar múltiples
frases agresivas a la par que delirantes, que por descontado serán incluidas
después en el catálogo de insultos creativos.
11.12 Otros insultos.
La
función de este tema-cajón de sastre es introducir en el presente Seminario de
Insulto Creativo aquello que se haya quedado en el tintero debido a la
incompetencia de los redactores de este plan de estudios. Llegados a este punto,
los asistentes no han de tener ningún miedo de hacer públicas sus ideas y
aportaciones, pues si quien esto escribe lo ha hecho, no se ve la razón por la
que no puedan hacerlo ellos. Esta sección viene también pintiparada para
mencionar, compartir y discutir sobre insultos que no hayan podido incluirse en
ninguna de las categorías anteriores.
12.
Práctica.
Como
su propio nombre indica, en esta sección los presentes se dedicarán a
insultarse unos a otros recurriendo a vocabulario intemperante del catálogo de
insultos creativos y a otras palabras de su invención. Una buena técnica para
meterse en faena es imaginarse que se halla uno ante el comité ejecutivo del PP
de Andalucía en pleno, presidido por la señá Teófila, que un día quiso ser
chica Bond, y por el señorito Javier Arenas, que el día menos pensado nos
intentará abatir en una montería como si fuéramos corzos o rebecos.
100.
Evaluación en conjunto.
¿Era
esto necesario? ¿Existe un lugar en esta sociedad para un Seminario de Insulto
Creativo? ¿Puede mejorarse este Seminario, o ya no tiene remedio? ¿Pueden
mejorar su salud mental los responsables de este desaguisado, o ya no tienen
remedio? ¿Es ético que haya personas con tantísimo tiempo libre como para
desperdiciarlo en estas capulladas? ¿Se puede construir una teoría moral que
considere ético un taller de insultos? ¿Merece la pena? ¿Nos hemos reído? ¿Sabemos
insultar mejor?
Discútanse
estas cuestiones si todavía se conservan ánimos para ello después de haberse
puesto todo quisqui a caer de un burro en el apartado anterior.