Pero, ¿hubo alguna vez un superhéroe robótico japonés con mensaje marxista?

Si no fuera porque elengendro.org, vuestro baúl del desván, recuerda todo lo que nunca debió ser olvidado, todos contestarían que DE NINGUNA DE LAS MANERAS. Pues, ¿cómo cojones puede mantenerse en pie el concepto de superhéroe con mensaje marxista? ¿Es que acaso la mera formulación del concepto de superhéroe no es intrínsecamente fascista por cuanto establece la desigualdad esencial de un ente (el propio superhéroe) con respecto de aquellos en todo similares a él pero desprovistos de un determinado rasgo diferencial, ya sea éste físico o psíquico?

EL ENGENDRO no niega en absoluto la certeza a priori de estos principios generales. Sin embargo...

...también se puede subvertir la realidad y hacer convivir durante un tiempo una cosa y la contraria de forma que incluso encajen entre sí mejor que con aquellas a las cuales se parecen. Es una de las labores de elengendro.org, por si alguien no se había dado cuenta.

Ese era el tipo de filosofía barata y torpe que corría por nuestros lamentables pero iconoclastas cerebros cuando en un trastero maloliente y ratonizado, con manchas de humedad que bien podrían ser las caras de Bélmez, topamos con un legajo no amarillento como mandan los cánones, sino verdoso por la humedad y por la tradicional impresión en ese color de los cómics de superhéroes. ¡¡REYTOR!!, gritamos perplejos cuando supimos del origen y filiación de la historieta, siendo así que habíamos olvidado por completo la existencia del entrañable monstruito que por tal nombre fuese un día conocido. Pues, ¿quién de los nacidos entre 1972 y 1980, aproximadamente, puede decir sin ofender a la verdad que nunca ha pedido a los reyes magos ningún juguete u otro objeto lúdico que tenga que ver con Reytor? ¿QUIÉN NO SE ACUERDA SI HACE UN POCO DE MEMORIA? NO OS HAGÁIS LOS REMOLONES Y CONFESAD, QUE EL ENGENDRO PERDONA TODOS VUESTROS PECADOS.

Sobre todo porque, además, haber tenido de pequeño querencia por Reytor no es ningún pecado. Cuando allá por 1983 brincábamos en pantalón corto sobre el suelo del salón esperando el comienzo de los indispensables dibujos animados reytorianos, en modo alguno podíamos ser conscientes de lo que en pocos minutos íbamos a tener delante; ahora que somos adultos no podemos por menos de aullar al unísono nuestro desconcierto. ¿CÓMO ESTA MARAVILLA HA PODIDO SERNOS OCULTADA CON TAN IMPLACABLE CELO? ¿A CUENTA DE QUÉ HEMOS SIDO APARTADOS DE TAN NOBLE CONCENTRACIÓN DE ABSURDO? Reytor, en efecto, no es sólo una serie para niños. Resulta ser nada menos que una historia que comienza en un planeta habitado exclusivamente por pilas eléctricas de 1,5 V con bigote (el sexo masculino) y ovejas con cabeza de cabra (el sexo femenino).Dichas pilas con bigote y ovejas con cabeza de cabra habitan en casas unifamiliares de estilo norteamericano, todas idénticas, las cuales son parte de la formación geológica primigenia del planeta; estas casas están unidas unas a otras por calles rectilíneas y perfectamente asfaltadas aunque tan naturales como puede serlo en la Luna un cráter, y aparcados aquí y allá se pueden ver unos cuantos coches familiares siempre del mismo modelo estadounidense de los años setenta, siempre aparcados y siempre tan poco artificiales como una roca ígnea aquí en la Tierra. En este cuerpo celeste, seguramente el más pequeñoburgués del universo, una pila con bigote cualquiera acomete un día el acto reproductivo con una oveja con cabeza de cabra cualquiera, quedándose estupefactos cuando, en vez de resultar de dicho acto una  pila con bigote o una oveja con cabeza de cabra como es la costumbre, se ven ante un robot con aspecto de andar siempre pidiendo perdón por algo, actitud vital no muy apreciada en aquel planeta en que se cree que EL FUTURO PERTENECE A LOS QUE POSEEN LA VOLUNTAD DE ALCANZARLO. Reytor, que ese es el nombre que el infeliz robot recibe, está abocado a convertirse en el primer joven rebelde de su planeta; la incomprensión, la intolerancia y el racismo en grado sumo que la desgraciada máquina recibe de sus convecinos y especialmente de sus padres (sometido por su progenitor a constantes privaciones de la energía necesaria para funcionar, Reytor se pasaba las horas muertas desconectado y estuvo a punto de oxidarse a la edad de nueve años) no le dejan otra alternativa que ejecutar un acto que en su planeta natal aún hoy se considera inconcebible gesto de rebeldía: días antes de cumplir los diecisiete años, Reytor se introduce en uno de los coches aparcados, gira la llave, pisa el acelerador y recorre unos dieciocho metros al volante. Minutos después, ante la lúgubre alternativa de ser linchado por miles de iracundas pilas con bigote y ovejas con cabeza de cabra que, estupefactas ante el conocimiento de tal blasfemia, habíanse lanzado a la persecución del robot pretendiendo lapidarle con tejas de sus propias casas, Reytor huyó al espacio exterior, donde por fin pudo sacar provecho de ciertas cualidades no muy apreciadas en su planeta de origen, como son la capacidad de triscar entre campos electromagnéticos obteniendo energía de ellos, la resistencia a las fuerzas gravitatorias (que le permite moverse por el espacio como nuestro vecino el del cuarto por la delegación de Hacienda) y la inmortalidad, nada menos. Pertrechado de estas armas, Reytor está ya preparado para ser parte en los llamados "combates cósmicos", épicos enfrentamientos en los que el vencedor es aquel que consigue producir en serie a su oponente. Los enemigos que Reytor confronta en los combates cósmicos, reflejo de la idiosincrasia de su autor, Hiroshige Tuno, van desde llaves inglesas lanzacohetes que vierten botes de líquido desatascador de fregaderos con propaganda subliminal impresa incitando a la adquisición de cortacéspedes ("Reytor contra el bricolaje") hasta cortacéspedes que transforman la hierba arrancada en souvenirs de los Beatles ("Reytor y los mercaderes del vacío"); entre los adversarios de Reytor hay también personalidades de la época como Ronald Reagan, Superman y Flash Gordon (los tres vencidos en el mismo episodio, "Reytor contra las fuerzas del mal"; así desde luego no nos extraña que ahora esté prohibido), John Lennon y Mark  Chapman (los dos vencidos en el mismo episodio, "Reytor descoloca los menhires de Stonehenge", para más inri estrenado dos semanas después de la muerte del primero a manos del segundo) o una fábrica de alpargatas en "Reytor contra la acomodaticia burguesía centroeuropea de los años veinte" (para saber más sobre los cientos de rivales a los que se midió Reytor desde que Hiroshige Tuno agarró por primera vez el lápiz hasta que lo soltó, pinchad aquí).

¿Qué es Reytor, entonces?

¿Es que no comprendéis que su esencia es inaprehensible en una página web y sólo podéis asirla internándoos en el verdoso espacio exterior de las páginas de cómic reytorianas?

Pues hala.

 

Capítulo 17. Reytor contra los enemigos de la geografía descriptiva.

Nota: Debido a su condición de icono de masas, Reytor, como ahora ocurre con tantos y tantos, fue en numerosas ocasiones plagiado, remodelado, remozado, desustanciado, modificado, deshidratado y rehabilitado para múltiples causas, de izquierda y de derecha, gubernamentales y alternativas, egoístas y solidarias, con causa o sin ella, divertidas o patéticas o ambas cosas a la vez, risibles en cualquier caso. Así, en 1982 el estado de California proyectó como parte del programa escolar de segundo grado la película "Reytor contra el aire contaminado", donde se escenificaba un combate cósmico entre automóviles y bicicletas en el que Reytor se ponía decididamente de parte de las cuatro ruedas. Más sentido tenía la exhibición de "Reytor contra las fuerzas del mal" el mismo año en Berlín con motivo de la visita del presidente Reagan; el fundamental episodio de la serie televisiva reytoriana fue entonces proyectado desde un edificio okupado sobre las paredes del edificio situado enfrente, mientras "La cabalgata de las walkirias" retumbaba desde altavoces situados en la misma casa okupada sobre unas calles en las que policías y manifestantes luchaban denodadamente por no retroceder ni un centímetro de terreno.

Aunque por lo general la historia del cómic ha olvidado por completo la identidad de los suplantadores ocasionales de Hiroshige Tuno que escribieron estos episodios apócrifos de Reytor, ocasiones hubo en que conocidos autores desarrollaron su particular interpretación del desconcertado superhéroe; Günter Grass, Umberto Eco, Allen Ginsberg, William Burroughs, V.S.Naipaul, Rafael Alberti, Agustín García Calvo (que incluyó en las primeras ediciones de sus libros "Contra el hombre", "Contra el tiempo" y "Contra el automóvil" sendos cómics de Reytor), Jacques Derrida, Leonardo Boff y J.D.Salinger (que rompió casi veinte años de inactividad para presentar su versión) publicaron en las páginas de periódicos y revistas de tanto prestigio como el "New Yorker", el "Times Literary Supplement", o "La Voz de los Bermejales". Precisamente fue esta última publicación trimestral la que en 1987 requirió al célebre biblista Manuel Castillo García, respetado autor del inmortal poema épico "Carta a un Engendro", la redacción del guión de un cómic reytoriano que pudiera funcionar como artículo editorial de la revista. Así lo hizo el reconocido bibliólogo, aunque ahora lo niegue, y así aparece en elengendro.org, que lo encontró bajo los restos de un órgano PT-1 en un vertedero de Los Bermejales, con el título de 

 

REITOR SORDO   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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