"Sé que los seres humanos y los peces pueden coexistir pacíficamente", George W.Bush, Saginaw, Michigan, 29-9-2000

 

TRAS LA GUERRA GLOBAL PERMANENTE, LOS SERES HUMANOS Y LOS PECES COEXISTIRÁN DE FORMA PACÍFICA

 

Desde luego que será así. Cuando la Humanidad, que un día estuvo compuesta de seis mil millones de individuos, haya quedado reducida a George Bush Jr., los seres humanos y los peces coexistirán de forma pacífica, porque ni él solo ni el trío de las Azores en pleno se bastan para esquilmar por su cuenta los bancos pesqueros que en el mundo existen. Y no será por falta de ganas, porque con los pescados también se puede especular, al igual que con las berzas y con los relojes Casio de cinco euros; todo tiene el valor que el mercado le asigne tras la correspondiente abrumadora campaña publicitaria. Pero cuando la Humanidad, que un día estuvo compuesta de seis mil millones de individuos, haya quedado reducida a George Bush Jr., sus dos compinches de las Azores y el selecto grupillo que da la cara a través de las siniestras a fuer de mercadotécnicas jetas de estos tres propagandistas por los hechos (estamos hablando de aquellos que llaman a sus trabajadores "unidades de plantilla" y de aquellos que llaman "bajas" a las víctimas de las guerras), entonces los seres humanos y los peces coexistirán pacíficamente. Porque aunque ellos necesiten la especulación como los peces necesitan el agua, si no tienen peces para especular con ellos no podrán hacerlo. Si no tienen al menos un pez para hacer creer a alguien que ese pez son cinco peces, entonces su cotidiano número de ilusionismo no puede ser representado. O viceversa; si no tienen a nadie a quien  hacerle creer  que ese pez son cinco peces, entonces su cotidiano número de ilusionismo no puede ser representado. Y ellos por sí solos no pueden conseguir ningún pez, pues ya no son capaces de meterse en el agua para capturarlo. A un rodaballo no se le convence con una sonrisa de campaña electoral para que por su propio bien decida meterse en las redes. No; para que ellos traguen peces es necesario que alguien se enfrente a los vendavales y a las incesantes lluvias lejos de tierra firme. Así ha sido siempre; otros han construido el pedestal sobre el que ellos se levantan ufanos diciéndonos encima que están al mismo nivel que nosotros. Cuando esos otros no estén en el mundo, ellos ya no se harán ricos vendiéndose mercancías entre ellos. Son demasiado pocos. Y entonces los seres humanos y los peces podrán coexistir pacíficamente, porque los seres humanos habremos dejado de existir.

 

No se puede decir que Bush, íntimo amigo de los peces norteamericanos así como del petróleo de indistinta nacionalidad, raza o color, no haya dado pasos para asegurar la coexistencia pacífica de peces y seres humanos; de seguir avanzando por la senda que ha tomado, escogida con determinación y mantenida con denuedo, no pasará mucho tiempo hasta que la humanidad quede reducida al tamaño de una comunidad de vecinos. Ya se sabe que la coexistencia de los seres humanos y los peces es una de las aspiraciones que por más tiempo ha llevado en su corazón el pueblo estadounidense, uno de los ideales que han mantenido a América unida como nación de naciones y la han coaccionado contra el pérfido enemigo exterior, que aunque se haya presentado con diferentes nombres a lo largo de la historia ha sido siempre el mismo, siempre comunista y siempre muy malo. América, la tierra de los libres (entendida aquí la libertad como el derecho a no preocuparse de la finitud de los recursos naturales, pues si América quiere, América tiene, y quién quiere in en tren cuando puede ir en todoterreno, y quién quiere la gasolina con impuestos cuando puede no tenerlos, y quién quiere que la cisterna de su inodoro suelte un litro de agua por cada uso cuando puede soltar dos, y quién quiere...), es muy libre de aniquilar al resto del planeta (y ella misma de paso morir en el intento) y obligar a los seres humanos a coexistir con los peces pacíficamente, aunque no de la forma en que muchos querríamos coexistir. 

Algunos estadounidenses, sin embargo, todavía son capaces de ir andando a comprar el pan, y no le encuentran la lógica a ir en todoterreno cuando pueden ir en tren, y quieren saber antes de que otros sepan por ellos, y se han dado cuenta de que a muy temprana edad ya han absorbido todo el plástico que cabe en su cuerpo, y que más plástico provoca cáncer y depresión, porque donde hay un ganador hay más de un perdedor; han llegado, en definitiva, a la conclusión de que ellos sí que pueden coexistir con los peces, pero el memo del Bush y los fabricantes de miedo que tras él conspiran en inhumanos recintos, inhumanos porque jamás un ser humano ha puesto el pie en ellos, no pueden coexistir con los peces; en realidad, no pueden coexistir con nadie que no sea como ellos mismos, que no tenga la costumbre de generar calamidades, desastres y hambrunas con sólo firmar un papel después del desayuno, y después seguir comiendo, seguir comiendo, seguir comiendo...

Otros, por el contrario, no llegamos a ser estadounidenses, y en algunos casos, como el de los fautores de elengendro.org, ni siquiera hemos pisado jamás territorio de las Américas que compran patrióticamente. Sabemos que esa ignominiosa condición personal nos convierte a los ojos del hombre pez que inaugura esta página en seres de inconcebible existencia y en todo caso de inviable supervivencia, pero nosotros no nos arredramos; somos seis mil millones de personas fuera de los Estados Unidos, y más de las tres cuartas partes no hemos comprado nunca un automóvil nuevo. A algunos de nosotros, incluso, no nos importa si nos llaman anarquistas, o ateos...

 

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